Conversando: Leonardo da Vinci VS René Descartes

 




Dos genios separados por el  tiempo, y la geografía pero unidos por algo en común, la actitud ante cualquier cualquier aspecto de la vida: la constante duda, el permanente escepticismo y un total alejamiento de verdades absolutas. Todo lo cuestionaban, y nunca daban nada por cierto, ni aceptaban nada que previamente no fuese reconocida como cierta mediante la experimentación científica. Dos espíritus libres, dos librepensadores que no comulgaban con nada impuesto por las costumbres, sociedad, religión, etc.


Leonardo da Vinci y René Descartes fueron dos grandes pensadores que, aunque vivieron en épocas distintas y en contextos diferentes, compartieron una profunda curiosidad por la naturaleza de la existencia, el conocimiento y la realidad.

Leonardo da Vinci nació en Vinci (Italia) en 1452 y falleció en 1519 en Amboise (Francia). Cabalgó entre los siglos XV y XVI y fue el prototipo del "hombre del Renacimiento". Un movimiento Universal fruto de la difusión de las ideas del Humanismo y precursor del Siglo de las luces. Era un hombre con intereses y logros que abarcaban la pintura, la escultura, la arquitectura, la ingeniería, la anatomía y la filosofía. Para Leonardo, la duda existencialista se manifestaba en su constante búsqueda de la verdad a través de la observación y la experimentación. Su enfoque era meramente empírico; creía que la comprensión del mundo y del hombre debía basarse en la experiencia directa y en la aplicación del método científico incipiente. Sus cuadernos están llenos de estudios anatómicos detallados, diseños de máquinas y observaciones de la naturaleza, reflejando su creencia de que el conocimiento no era estático, sino un proceso continuo de descubrimiento.


René Descartes nace en 1596 en La Haye en Touraine (Francia) y fallece en 1650 en Estocolmo (Suecia), por tanto su azarosa vida se desarrolla prácticamente durante el siglo XVII ya a las puertas de ese periodo conocido por el Siglo de las Luces, de la Ilustración. Es conocido como el padre del racionalismo moderno y uno de los fundadores de la filosofía moderna. Su duda existencialista era más introspectiva y filosófica, centrada en la cuestión del conocimiento y la certeza. Descartes adoptó un enfoque metodológico radical, conocido como la duda metódica, donde cuestionaba todo aquello que no pudiera ser considerado indudable. Su famosa máxima "Cogito, ergo sum" ("Pienso, luego existo") subraya su búsqueda de una base segura sobre la cual construir todo conocimiento. Descartes creía en la separación entre mente y cuerpo (dualismo cartesiano), y sostenía que la razón y la lógica eran las herramientas principales para alcanzar la verdad.


A pesar de sus diferencias, ambos compartieron una inquietud fundamental sobre la naturaleza de la realidad y el conocimiento. Mientras que Leonardo confiaba en la observación y la experimentación como medios para entender el mundo, Descartes se centraba en la razón y la introspección. Ambos enfoques, aunque distintos, se complementan y han contribuido significativamente al desarrollo del pensamiento científico y filosófico.


Leonardo puede haber visto la existencia como algo que se puede explorar y comprender a través de la ciencia y el arte, mientras que Descartes se enfrentó a la existencia desde la perspectiva del pensador que busca certezas absolutas en medio de la duda universal. Ambas formas de abordar la duda existencialista enriquecen nuestra comprensión del mundo y reflejan la complejidad y la profundidad del pensamiento humano.


En esos momentos de intimidad con uno mismo en la que las elucubraciones, producto de una mente psicótica, en que mi yo pierde el contacto con la realidad para sumergirse en submundos idealizados, imagino conversaciones entre personajes reales y de ficción, conversaciones de las que yo participo como mero espectador invisible. Una de las muchas conversaciones que he oído y con la que he disfrutado, ha sido esta que han mantenido Leonardo da Vinci con René Descartes.


Pongámonos en situación, apaguemos el interruptor de la realidad e imaginemos que, en una sala de estudio iluminada por velas y rodeada de los libros y cuadernos de sus experimentos, Leonardo da Vinci y René Descartes están sentados uno frente al otro. Aunque sus épocas no coinciden, se encuentran en una especie de conversación intemporal sobre temas de razón, duda, y realidad.



- Leonardo da Vinci: Señor Descartes, me resulta fascinante el modo en que plantea la duda en su método. ¿"Pienso, luego existo", dice usted? Es casi como si estuviera diseñando una máquina, una de esas que se revisa y desmonta hasta comprender cada pieza.


- René Descartes: Precisamente, maestro Leonardo. Mi idea es que solo a través de la duda podemos acercarnos a la certeza. Si ponemos en cuestión todo aquello que creemos conocer, todo lo que no resista la duda caerá por su propio peso. Lo que permanezca será, pues, inquebrantable.


- Leonardo da Vinci: Me resulta familiar su planteamiento. En mi tiempo, también aprendí a desconfiar de lo que veo o de lo que me cuentan. En la naturaleza, los sentidos pueden engañar. Solo la observación minuciosa, a través del método, podría darnos respuestas. Pero ¿qué ocurre cuando esa misma observación nos presenta una realidad que no comprendemos? ¿No es acaso una invitación constante a la duda?


- René Descartes: Sin duda, Leonardo. Para mí, dudar de la realidad misma se convierte en el primer paso hacia una verdad más profunda. Lo que percibimos a través de los sentidos no puede ser la base de nuestra certeza; nuestros ojos pueden engañarnos, nuestros oídos también. ¿Y si todo lo que experimentamos es una ilusión? Me vi entonces obligado a dudar de todo y a sostenerme solo en lo que, por pura lógica, no puede ser puesto en cuestión.


- Leonardo da Vinci: Sí, yo también he sospechado que lo que vemos es solo una apariencia de la realidad, no su esencia. Durante años, he pintado y estudiado el cuerpo humano y la naturaleza, buscando patrones, formas, e intentando desentrañar sus secretos. Y aún así, siempre queda algo fuera de nuestro entendimiento, un misterio oculto. Como si el conocimiento estuviera, por naturaleza, fuera de nuestro alcance.

- René Descartes: Quizás sea precisamente esa inalcanzabilidad la que nos lleva a indagar con tanta insistencia. Usted, al estudiar la anatomía humana, y yo, al analizar la mente, ambos buscamos algo eterno, algo cierto. Pero, dígame, maestro Leonardo, ¿cree usted en la necesidad de una mente, de una razón por encima de la naturaleza?


- Leonardo da Vinci: La razón es nuestra mejor herramienta, aunque también está limitada. La naturaleza es el mejor libro de los que podemos aprender, y nosotros no somos más que una de sus muchas creaciones. Pero la naturaleza misma parece indiferente a nuestra curiosidad, parece incluso burlarse de nosotros. Yo diría que, aunque nuestra razón busque siempre la verdad, siempre existirá un velo que nos la oculte.


- René Descartes: Ahí está, precisamente, el dilema. Si el conocimiento es algo velado y la realidad se nos escapa, entonces tenemos que estar dispuestos a cuestionarlo todo, incluso nuestra propia existencia, hasta encontrar el mínimo de certeza. Y, para mí, esa certeza es el pensamiento. "Pienso, luego existo" es el punto de partida; el único que, al menos en mi experiencia, no puede ser puesto en duda.


- Leonardo da Vinci: Entonces, ambos coincidimos en la misma visión: la realidad es siempre algo que se escapa de nuestras manos y que nos invita a desconfiar. Tal vez, René, no existan las respuestas absolutas. Quizá nuestra misión como hombres de pensamiento y ciencia no sea tanto dar respuestas definitivas, sino aprender a convivir con la duda.


- René Descartes: Una conclusión noble, sin duda. Vivir con la duda como aliada y no como enemiga, reconociendo nuestras limitaciones sin temerlas. Quizá ese sea, después de todo, el objetivo último de nuestro viaje intelectual.


Yo, como el autor del Discurso del Método nos aconseja, intento separar la razón de mis pasiones, intentando utilizar un mínimo número de reglas que partiendo de lo más sencillo me lleve hasta la más complicado y confuso. ¿Utopía? Probablemente, pero me declaro cartesiano de espíritu aunque entre en contradicción conmigo mismo. Es imposible huir de nuestros fantasmas, jamás pisaremos nuestra propia sombra.


Cuanto más tiempo vivas a la sombra de alguien, más tardará en proyectar la tuya propia (de la película "El abogado del Lincoln)

Biibliografía:

Leonardo da Vinci - cara a cara -. Christian Gálvez.

Un arte de vivir. Andre Maurois.

La imágenes han sido creadas por IA.


Hasta luego y suerte

Paco Gil Pacheco (@PacoGilBarbate) 












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