
EL PERRO Y EL PESEBRE
Un perro que buscaba un lugar acogedor
donde dormir se acurrucó en el heno de un pesebre.
“¡Aquí dormiré a las mil maravillas!”, se
dijo
Pero al poco rato entraron al establo los
bueyes, que llevaban todo el día trabajando y tenían ganas de cenar. Cuando
vieron al perro en su comedero, no tuvieron más remedio que despertarlo.
-¿Te importa salir de ahí? – le dijeron
-. Llevamos todo el día arando la tierra y tenemos hambre.
A pesar de lo educado que eran los
bueyes, el perro respondió con amenazas. Mostró sus afilados colmillos y empezó
a gruñir con tanta fiereza que parecía que el pesebre estuviera lleno de huesos
suculentos y pedazos de carne.
-¡Eres un egoísta! –exclamó al fin uno de
los bueyes, alejándose del perro-. Ni te comes el heno, porque no te gusta, ni
nos dejas probarlo a nosotros, que lo necesitamos para vivir.
Moraleja: "No le niegues a los demás lo que no
puedas disfrutar".
Hasta luego.
Paco Gil (@PacoGilBarbate)
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