El alumno digital (I). Introducción


«Entiendo que el enfoque sobre el concepto de alumno digital ya para este curso 2025_2026, debería ser el prólogo para que el  estudiante  se inicie en el aprendizaje de dominar las herramientas tecnológicas que le permitan  aprender, investigar y colaborar. No solo aprender a utilizar dispositivos, sino también a desarrollar el pensamiento crítico y la autonomía necesarios para navegar en un entorno de aprendizaje híbrido, combinando lo presencial con lo virtual. Su capacidad para gestionar la información y poder crear contenidos digitales lo convierte en un protagonista activo de su propia educación. Cuanto antes comencemos el proceso, mucho mejor, antes nos adaptaremos y normalizaremos aquello que es, nos guste más o menos, el presente».

En los últimos tiempos, estamos hablando continuamente del “Entorno Educativo Digital, EED”, sin embargo, aún nos cuesta situarnos precisamente en este ambiente por variadas razones; y,  entre las que podemos destacar: en primer lugar, la reticencia al cambio cualidad intrínseca al propio ser humano, en ocasiones no sólo tenemos miedo sino pánico; el hecho de salir de nuestro espacio de confort es en ocasiones traumático, es algo innato a la condición humana. En segundo lugar, no es precisamente el pánico al cambio lo que nos retrotrae, sino qué supone dicho cambio en nuestro mundo, en nuestra manera de vivir; en ocasiones he oído decir a demasiados padres jóvenes, que no le gusta este mundo digital en el que sus hijos se están desenvolviendo y, sin embargo, no se paran a pensar que probablemente ese miedo está enraizado en su propia ignorancia e inoperancia, ya que ven en los hijos un falso reflejo del mal uso que ellos hacen de las nuevas tecnologías, y sobre todo de las redes sociales. De cualquier manera tampoco debemos olvidar el estrago que ha producido la brecha digital en generaciones anteriores. Pero cuidado, en ocasiones es más fácil el “dejar que hagan” -nuestros hijos-  a, ¿a ver qué pasa?, a estar fiscalizando, pedagógicamente hablando, sus actitudes y comportamientos ante el reto que le supone las TICs (Tecnología de la Información y Comunicación). No me gusta el término, pero hasta que no se me ocurra otro, utilizaré sobre estos padres el de “Analfabetos digitales”, sin meter el dedo en la llaga de ¿por qué lo son? El analfabetismo digital crea una brecha en nuestra sociedad y, precisamente, esta es la principal amenaza educativa a la que nos enfrentamos.

Los padres siempre hemos sido un poco analfabetos ante los nuevos retos educativos que la sociedad ha demandado en cada momento. Hemos, sabiamente, recurrido al método científico, “ensayo y error" ha sido nuestro "modus vivendi" para con nuestros hijos. Recuerdo una anécdota de los años 80 del siglo pasado, cuando los padres se enfrentaban con pavor a lo que se denominó “Matemáticas Modernas” y más concretamente a la “Teoría de Conjuntos”. Sin embargo se superó y con nota, - todo es cuestión de echarle ganas y ponerse al "tajo -,. Cada época todo evento de acento marcadamente social y revolucionario, ha tenido su punto de inflexión, -  en ocasiones ha supuesto un zambombazo en la línea de flotación del buque familiar que navegaba por aguas apacibles, con un rumbo previamente marcado- , que casi siempre ha supuesto una ruptura con lo establecido. Pero, no nos queda otra, como he dicho en más de una ocasión, “Adaptarse o morir”. Así que pensemos en el “el espacio digital”, como ese nuevo ecosistema en el que tenemos y tendremos que desenvolvernos, si o sí.

El entorno educativo digital ha transformado radicalmente la forma en que los estudiantes aprenden y los educadores enseñan o más propiamente dicho, donde ambos aprenden y ambos enseñan, en una clara biyección simbiótica educativa. Este cambio plantea una pregunta fundamental: ¿es necesario un nuevo tipo de alumno para este nuevo modelo educativo? La respuesta no es sencilla, pero es innegable que el alumno actual debe desarrollar un conjunto de habilidades y mentalidades distintas para prosperar en este paisaje selvático en constante evolución, en permanente ebullición.

Pensemos sólo en cómo nos ha cambiado la vida, prácticamente en unos 5 o 10 años. Las herramientas básicas que usábamos entonces, venían con un “chips” de obsolescencia programada. El móvil de hace unos pocos años, hoy no satisface nuestras necesidades básicas, el PC de hace 5 años no es capaz de soportar el software actual y así podríamos seguir enumerando situaciones: Sin embargo, la solución no está en cambiar por cambiar, cada vez que cambiamos estamos gravando nuestra economía, y no se trata de esto ni mucho menos. Se trata de buscar alternativas que supongan un equilibrio estable entre todas las partes. De ahí que, la educación, y todos los sectores implicados en ella, también se sientan partícipe en esta necesidad de cambio pero al mismo tiempo de esta necesidad de equilibrio, porque la brecha digital que ahora creemos las pagarán nuestros alumnos, con creces, más adelante. Y la educación persigue todo lo contrario, no sólo tratar a todos desde el mismo plano sino de igualdad, sino paliar en la medida de los posible las desigualdades.

Siendo consciente de que el aprendizaje en la infancia y se extiende hasta la edad adulta y más allá, donde vamos adquiriendo continuamente conocimientos que nos preparan permanentemente para la vida. La educación es, por tanto, uno de los factores más influyentes en el avance de las personas y las sociedades. Podemos estar más o menos de acuerdo con el modelo educativo pero hay algo que nos une a todos: alumnos, profesores y padres, que cuanto mayor sea el conocimiento adquirido, más nos enriquecemos como persona, como sociedad, como país y como parte del mundo.

En toda esta biodiversidad educativa, el docente se convierte en el principal gestor del conocimiento y debe estar preparado para asumir los nuevos retos que presenta la educación, como la adaptación digital y la formación de nuevas capacidades sociales, ya que la práctica educativa debe implicar un aprendizaje significativo que sea perdurable en el tiempo.


Actualmente la formación debe plantear nuevos enfoques y los docentes, como siempre a pie de cañón, deben prepararse para inducir al estudiante a un conocimiento innovador, en base a nuevas estrategias que se adapten a las características del estudiante

Tenemos que ser consciente de que nuestros alumnos actuales aprenden de una forma distinta. No se puede comparar a un estudiante de pasadas décadas a los momentos actuales. Teniendo muy presente lo que supone diez años de brecha digital -toda una vida-, la tecnología es lo que indudablemente ha transformado no sólo el proceso educativo, sino la EDUCACIÓN.

En este sentido, los formadores y docentes y yo incluiría a los padres, deben innovar su práctica para orientar al estudiante hacia los conocimientos de una forma dinámica. Para lograrlo, deben preguntarse qué cambios son necesarios a la hora de implementar las herramientas tecnológicas en la metodología que se lleve a cabo dentro de la institución educativa y familiar y conciliar con la del aula.

Cualquier cuerpo que ocupe un lugar en el espacio, si no es necesario, estorba ¿?

Ser libre supone un importante ejercicio de responsabilidad. ROMA SOY YO. Santiago Posteguillo.

Siempre nos quedará dos opciones, habituarnos a vivir con el miedo o enfrentarnos a él. Lejos de Luisiana. Luz Gabas




FUENTES CONSULTADAS:





Inteligencia Artificial en el ámbito EDUCATIVO retos y aplicaciones. Magister. Formación del profesorado.

Imágenes generadas por IA.

Algunas de las afirmaciones aquí vertidas, han sido contrastadas por IA (ChatGPT y Geminis)


Hasta luego y suerte.

Paco Gil Pacheco (@PacoGilBarbate)




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