Aquiles en la Ilíada
Me decía esta mañana mi amigo Alonso (creo que uno de los dos o tres seguidores de este blog): “Paco el blog hay que moverlo, en Barbate se están llevando a cabo una serie de actuaciones que no me gustan nada”.
Yo le contesté que no tenía información de nada. Realmente es así, pero no quiero que esto se interprete como una derrota, como la batalla perdida de la denuncia. No, pero me fastidia ser el eco de lo malo que sucede, o de lo que dejan de hacer los responsables políticos.
Como siempre he pensado muchísimo en Barbate durante este verano. Esto que ha sido una constante en mi vida, en ocasiones ha llegado a obsesionarme y, como consecuencia he perdido la perspectiva de la objetividad. Nada bueno para ninguna de las partes.
Me gustaría ser el vocero de las buenas noticias. Siempre he pensado que debería existir un periódico en el que únicamente se publicaran buenas noticias. Que arrancara a las caras soñolientas de la mañana una simple sonrisa. Pero… ¡joder esto es un asco!
Realmente son pocas las cosas buenas que aquí están sucediendo, que seguro suceden y se hacen, pero que no existe un mecanismo eficaz y ágil de difusión popular, que contrarreste al de enfrente, al vecino malavenido . Parece como si a los barbateños no nos importara nada de lo que se está haciendo. Y sí , que nos importa y mucho. Aquí todo es demasiado opaco, todo se hace como obedeciendo a las más elementales reglas del hermetismo.
A mí me gustaría escribir únicamente y exclusivamente de esas cosas buenas (sin ocultar las otras). Ya hay otros medios que se encarga de refregarnos los trapos sucios, como si fuésemos la única lavandería.
Pero metido en lo de darle vida al blog, es verdad, que desde hace algún tiempo tengo escrito un pequeño artículo al que titulé en su día: “BARBATE Y LOS DIOSES DEL OLIMPO” . Los motivos por los que no lo he publicado han sido dos: Primero: el pecar de pretencioso y pedante, nada más lejos de mi intención. Segundo: el que algunos se sienta retratado, tampoco es mi intención herir a nadie.
No obstante ya que estamos en la plaza, hay va el toro, si se me permite el símil.
No sé por qué, pero cada vez veo más similitud entre el devenir histórico de Barbate desde finales de los años ochenta del siglo pasado – ¡qué fuerte me sigue sonando esto! -, y el más que accidentado viaje de regreso – diez años – de Odiseo (Ulises) a Ítaca después de otros diez años de asedio y destrucción de la ciudad de Troya por los aqueos.
Estos veinte años transcurridos entre la salida y el regreso de Odiseo a su tierra, si de algo no están exentos es, de aventuras y desventuras no sólo de los personajes principales de las inmortales obras homéricas, La Ilíada y la Odisea, sino de otros muchos personajes que, con un carácter más o menos secundario dan forma y fondo a estos gloriosos relatos de la antigüedad.
Todos y cada uno de los hechos que en estas obras se reflejan, tienen un denominador común, los “Dioses olímpicos”. Lo tienen milimétricamente planificado, el hombre es el instrumento del que siempre se sirven para conseguir sus caprichos en ocasiones crueles y en otras benefactores, pero siempre aderezados con un ápice de egoísmo provocado por las envidias entre los mismos moradores del Olimpo.
Respecto a la segunda obra, la Odisea; diez años tarda Ulises en su periplo desde Ilión (Capital de Troya) hasta su hogar. Hasta cumplir con el ansiado objetivo de reunirse con su amada Penélope, su hijo Telémaco, sus seres queridos y su tierra, verdadera esencia y razón de ser de todo hombre. Allí donde se encuentra con uno mismo.
¿Culpables?... quiénes si no los dioses y sus eternos jueguecitos de poder. Sin embargo, quien aquí juega papel predominante es Poseidón, hermano de Zeus, que no perdonó nunca el que Odiseo cegara a su amado hijo Cíclope. No obstante, el destino de Ulises ya lo había decidido Zeus. Un feliz desenlace como no podía ser menos en tan épica obra.
No es mi intención por supuesto herir sensibilidades ni mucho menos, sólo son pequeños apuntes para una reflexión. Por ello espero que algún día despierte la Aurora, la de rosados dedos, sobre Barbate .Y en el ágora del Olimpo bajo la omnipotencia de Zeus, los dioses acuerden una tregua, aparten a un lado sus rencillas e intereses personales de una puñetera vez y dejen a Barbate en paz. Él, unas veces con la ayuda del Céfiro y otras del Euro (vientos de poniente y levante), sabrá encontrar su camino y llegar a buen puerto.
Nada más lejos de mi intención que dar consejos, sin embargo, no estaría mal recordar que ya desde el siglo VI a.C., los poemas de Homero fueron el libro escolar por excelencia. En sus páginas estaban algunos de los fundamentos en los que se basaba la educación de los niños y jóvenes en las escuelas griegas, sin distinción de regímenes políticos ni de regiones (ni por supuesto religiones). Lo mismo a nosotros no nos vendría mal un pequeño repaso a la Historia en general y a las contadas por él muy en particular. Algo aprenderemos o por lo menos se nos quedará.
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Fdo: Un gaditano desterrado a la república choquera