INSTALADOS EN LA MENTIRA Y DESVERGÜENZA PERMANENTE

Barbate tampoco fue ajeno a los nefastos sucesos entre 1936 y 1939

Cuando veo a estos arrogantes personajes, a los que su endiosado ego ha llevado al clímax de la desvergüenza, del que han hecho su “modus vivendis”. Estos personajes que se creen por encima del bien y del mal… Se me revuelve el estómago.

No sé si son conscientes de por qué y para qué están ahí, no obstante si me lo permiten se lo recuerdo: están ahí porque nosotros los hemos puesto, para servirnos, porque hubo un momento en que representaron una posibilidad de mejorar nuestras vidas. Están ahí, simple y llanamente, porque hubo un tiempo y un lugar, de cuyo nombre no merece ni tan siquiera la pena acordarse, en que creímos en su honradez y en ellos depositamos todas nuestras esperanzas.

Estos mismos personajes, aunque no los reconozcamos, son aquellos descorbatados que en pantalón vaquero, con flores y folletines en las manos, dando besos a diestro y siniestro, en los mercados, en las más concurridas calles e incluso en la intimidad de nuestras casas, montan el esperpéntico espectáculo a que nos tienen acostumbrado cada cuatro años, y todo para obtener nuestro voto, para que le firmemos un cheque en blanco. Nos dan la mano y nos regalan su mejor sonrisa, será el único regalo que de ellos recibamos, dos simples gestos que obran el milagro que buscan.

Y comentamos para nuestros adentros: pero si son personas de carne y hueso, son como nosotros. ¡Qué sencillos!, ¡Qué campechanos!, ¡Qué hijos de …! ¡Joder…! Pero si son magos! son artistas en las más enrevesadas artimañas del engaño, prestidigitadores de la realidad.

Pero no nos engañemos, porque año tras año recibimos la misma lección y no aprendemos, y nunca lo haremos. Y no lo haremos por una sencilla razón, porque aunque no seamos creyentes, todos necesitamos creer y por mucho que intentemos negar este hecho, la realidad es tan obstinada como contumaz. No, no somos necios por pensar que intrínsecamente el ser humano es bueno por naturaleza, pero también es verdad que nos equivocamos con demasiada frecuencia, con más de la que todos desearíamos. Pero que aún así, yo quiero seguir pensando en que el hombre es bueno y por ello confío en él, confío en el ser humano. Para mí ni son hombres ni son seres humanos quienes han hecho de la política u otra actividad, una manera de vivir desvergonzada a costa del más débil y lo más grave de todo de forma impúdica, porque saben perfectamente que sus espaldas están bien guardadas. Saben que sus actividades delictivas, que sus pecados, otros lo pagan. No tienen problemas porque no tienen conciencia, en definitiva por que son unos desalmados.

Para mí como para la gran mayoría silenciosa, “el sastre” tiene toda la razón. Sin embargo la fuerza la poseen los otros. Esos a los que dimos nuestro cheque en blanco, en los que pusimos nuestras esperanzas, y en algunos casos nuestras vidas y haciendas, y luego se han asentado en el pedestal de la corrupción.

Decía el poeta:

No digo ni sí ni no,
Pero si Dios existe,
No tiene perdón de Dios

(Manuel Alcántara)
No pretendo ser demasiado críptico, pero tanto la imagen como el poema no son más que metáforas de lo que considero está sucediendo o ha sucedio en nuestro país y en nuestro pueblo. El sastre no es más que una figura literaria, escogida por los recientes hechos.

Comentarios