HASTA EN EL MÁS PROFUNDO CAOS EXISTE UN CIERTO ORDEN, Y AL FINAL TODAS LAS PIEZAS ENCAJAN.
El verano se ha despedido, lo ha hecho hace ya prácticamente un mes, y con la perezosa languidez que lo caracteriza, al tiempo que dibujaba en su lienzo preferido las tonalidades multicolor propia del otoño que, a mi personalmente, me incomoda y me hace entrar en un estado de melancolía vital que poco a poco se va instalando, como el que no quiere la cosa, en mi corazón.
Hablando de corazón, a la mente me viene aquella frase de Horacio que decía: “Atiende a tu corazón y se sabio”. Y así lo he hecho, sin ánimo de presunción alguno, me he puesto a oír a mi corazón y me ha susurrado algo: “Oye Paco, no te has dado cuenta que el verano ha pasado por Barbate de soslayo, como escondiéndose, avergonzado. Cuando nos hemos querido dar cuenta ya se había ido y aquí nada ha cambiado, todo sigue igual, estamos en la misma dinámica de siempre, la de no hacer nada que ya pasará algo".
Nada más cierto. Sin embargo, no nos llamemos a engaño; este tipo de actitud se ha convertido en algo tan habitual en nuestro pueblo que ya forma parte de nuestro paisaje político y ciudadano, se confunde con nosotros mismos, con nuestros sentimientos, o más bien con nuestra falta de ellos, forman parte de nuestra especial idiosincrasia desgraciadamente. Estamos viviendo desde hace excesivo tiempo ya en un estado de simbiosis negativa tanto para unos como para otros.
Pero siguiendo con el hilo conductor que me ha sugerido este artículo, no sé por qué me da la impresión de que las altas temperaturas de este verano han debido derretir más de un cerebro, y de ello no se han librado nuestros ilustres gobernantes municipales. Aunque también entra dentro de lo posible que, como chicos ilustrados que son, hayan echado mano a su bagaje cultural y, recordado sus tiempos de buenos estudiantes, hayan puesto en práctica alguna de las teorías de la Mecánica Física, y recurriendo a ella hayan aplicado, con bastante eficiencia, por eficaz, la fórmula de dejar pasar el tiempo; la “Ley del mínimo esfuerzo”: obtener el máximo rendimiento con el mínimo trabajo . Y parece que funciona por los resultados obtenidos a nivel personal, antes y ahora también , y por supuesto en el escalafón político. No podemos obviar que este tipo de conducta parece que va poco a poco calando en nuestro consistorio, y puede llegar a instalarse de forma definitiva con el riesgo que esto conlleva. ¡Ojo! Nuestro sabio refranero ya nos advierte: “A tu casa irán y de ella te echarán”.
Voy a terminar haciendo una pregunta a la que espero que alguien sea capaz de contestarme: ¿Por qué en momentos determinados del verano y sobre todo los días de barrunto de levante huele tan mal el agua de nuestra playa? Que está pasando con este desagradable fenómeno que tanto nos perjudica. Por ello no me ha extrañado en absoluto la gran afluencia de bañistas en la playa de la yerbabuena, muchos de nosotros ya la descubrimos hace mucho y es un verdadero lujo el disfrutar de ella.
Hay quienes piensan que el velo sobre la cara nos protege de la arena del desierto, pero no es verdad, lo hace del mal de ojo.
Anónimo
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