REGRESAR A NUESTROS ORÍGENES
¿Qué no podemos negar?
·
Que vivimos en un mundo
convulso y que sólo los que sepan encontrar las soluciones adecuadas
sobrevivirán.
·
Que, como hasta no hace
mucho, los gobernantes tienen la peligrosa tendencia a negar la autenticidad de
las malas noticias.
·
Que cada vez, de forma más
generalizada, estamos mostrando un comportamiento más hostil ante la libertad.
¿Cómo tendemos a actuar?
·
Fundamentalmente con
miedo, sí con miedo y lo que es peor, con un miedo paralizante.
Ante
estas premisas es más que probable que muchos de los que lean estas líneas
piensen que no son más que producto de una `personalidad obsesiva. Es posible, aun
cuando trato de evitar las obsesiones tanto en mi vida como en mi trabajo. Así
que cuando me pongo a reflexionar sobre todo lo que nos rodea intento hacerlo
de forma objetiva, sin ataduras.
No
es malo actuar con miedo, todo lo contrario, es necesario; porque el único
momento en el que una persona es valiente es cuando tiene miedo y por tanto
cuando es capaz de tomar las medidas oportunas. Pero para ello es necesario que
el miedo no sólo no nos paralice sino que nos sirva de estímulo.
Negar
la existencia del miedo es un recurso infantil, éste existe y vivimos inmersos
en él. Cuando los ojos no ven, el corazón siente mucho más y más profundamente.
Mirar al miedo a los ojos es la única manera de impedir que rija nuestras
vidas. Pero esto es difícil porque si no miramos al miedo a la cara es porque
el miedo da miedo (Vicente Garrido).
Así
que como conclusión: sólo me queda decir que sí, que actuemos con miedo, no nos
avergoncemos de ello, todo lo contrario, es algo natural, innato al ser humano
y probablemente un regreso a nuestros orígenes, a retomar nuestros instintos
tantas veces denostados y, eso nunca es malo. Los instintos rara vez
traicionan.
Cuando
se unen poder, ambición y riqueza es muy difícil vencer semejante coalición.
Sólo existe un arma eficaz contra esa conjunción de intereses; y no es
precisamente la inteligencia sino la suerte.
El invierno de la corona – José Luis
Corral –
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