La primera de las cuatro carta que Expósito Sailor dedica a sus hijos. Como ya adelantaba ayer, en el apéndice de colaboradores, no dejará indiferente a nadie, pero más que cualquier otra anotación que yo pudiera hacer, os aconsejo que las leáis. Iremos sacando una por semana.
Hasta luego y a disfrutar.
Cartas a mis hijos
Por Expósito Sailor
expositosailor@megasur.net
Barbate a 3 de octubre de 2014
Queridos hijos:
Ya sabéis que no me gusta dar malas noticias, así
que siento deciros que el Trafalgar Información ha pasado a mejor vida. A la
vida de la historia que todo lo relativiza. Yo, que como ustedes saben, en
parte lo engendré, lo crié y ahora, de repente, casi sin avisar, pasa a la
historia. ¡Con lo bueno que era! De los ausentes hay que hablar bien, o no
hablar, porque hablar mal de los que ya no se pueden defender es de muy mala
educación. ¡Qué irse! ¡Qué apagarse! ¡Con qué elegancia y parsimonia nos ha
dejado! Como decía el médico en la película: “Amanece que no es poco”.
Pero como también sabéis, porque os lo he dicho en
multitud de ocasiones, la vida, al igual que las monedas, tiene su cara y su
cruz. Aún no hemos terminado de decirle adiós al Trafalgar Información que ya
estamos diciendo ¡hola! Al “¡Viva Barbate!”. Todavía quedan restos del
Trafalgar en los mostradores de los bares y papeleras del paseo marítimo, y ya
estamos pensando con qué pluma vamos celebrar el nacimiento de este nuevo niño
informativo. Yo, como ya habréis podido comprobar voy a cambiar de estilo, y
del artículo periodístico me voy a ir a la epístola, que es un género que creo,
puede dar mucho juego en esta nueva etapa. ¿Y a quién mejor que a vosotros dos
puedo dedicar estas nuevas reflexiones? Al primero por ser un buen lector,
aunque a mí me lea poco y al segundo, porque no lee nada. Los jóvenes, o mejor
dicho, algunos jóvenes creen que leer es un trabajo, y no deja de ser cierto,
por supuesto que lo es, pero también supone un trabajo subir hasta la torre del
Tajo mientras que vas disfrutando del aroma fresco del mar, del olor de los
pinos, del romero, del tomillo y vas contemplando el estrecho de Gibraltar y el
ancho mar que hacia el oeste llega hasta el continente americano. Por lo
general, todo esfuerzo va acompañado de una recompensa.
Supongo que sabéis que antes de ponerse a escribir,
lo primero que cualquier escritor debe hacer es buscar un destinatario. Yo he
buscado dos, por si me falla uno. Este verano estuve leyendo “León el Africano” de Amin Maalouf, en la
novela le preguntaban a una madre qué a cuál de sus hijos quería más, ella
respondió con gran sabiduría y dijo: “Al enfermo hasta que sane, al menor hasta
que crezca y al viajero hasta que regrese”. Afortunadamente los dos gozáis de
buena salud, así que hablaré del menor, aunque creo que no va a crecer más,
pero hasta que no termine de formarse y se independice sin que tenga que
convocar nada ni a nadie, será mi hijo menor. Y del mayor por ser un viajero,
no un turista, aunque ahora mismo no sepa en qué parte del sudeste asiático se
encuentre.
Besos.
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