SIN AMBAGES Y SIN AMBIGÜEDADES
No creo en las etiquetas.
Vaya por delante mi total aversión por los salvadores
patrios, por los fundamentalistas políticos y religiosos y en definitiva por
aquellos que enarbolan banderas que no les pertenecen y a las que revisten de
un halo divino para luego erigirse en únicos propietarios y portadores y
férreos defensores
Huyo y rehuyo, como el gato escaldado del agua fría, de los
Ayatolá religiosos sea del signo que sea y de los iluminados políticos sea del
partido que sea. Pero creo en el hombre,
en el hombre bueno (en el sentido
machadiano del mismo), en su sentido común y en su dignidad.
Apuesto por todos aquellos que creen que pueden aportar su
pequeño grano de arena para poder construir una sociedad más justa y
equitativa. Creo en quienes creen que es posible una nueva sociedad del
bienestar. En definitiva creo en el HOMBRE.
Hecho este pequeño inciso, me gustaría matizar algunos conceptos que por muchos son
entendidos como POPULISTAS o DEMAGÓGICOS por el simple hecho de ir en contra
del status quo actual. Un estado de
cosa insostenible a todas luces, a poco que analicemos la situación de descomposición en que nuestra sociedad se
encuentra inmersa. Una actitud de corruptela que afecta a todos los órganos del
Estado. Así que me van a permitir que enumere aquellos aspectos que repruebo en
cualquier sociedad que se precie:
No creo en las verdades supremas e inamovibles.
Me repugnan las revoluciones y las involuciones, ya sean
sociales, culturales o políticas. La HISTORIA nos da bastantes ejemplos de cómo
acaban estas, el iluminado de turno se asienta sobre su propio predicamento y
después no hay quien lo mueva. En
contraposición a estos conceptos creo en la transición sosegada, pacífica,
razona y consensuada; en el sentido común. Y si tenemos que desaprender con
este mismo sentido: ¡DESAPRENDAMOS! No pasa nada.
Me parece una injusticia de proporciones descomunales el
desmantelamiento de: la sanidad pública, de la educación pública, y de los
derechos sociales en general. Algo por lo que tanto y tantas gentes han luchado
hasta el último aliento.
Aborrezco a quienes aparándose en su posición (a la que por
cierto los hemos llevado en volandas nosotros), nos acusan de haber vivido por
encima de nuestras posibilidades y de trabajar poco y ganar mucho. Esos golfos
y sinvergüenzas que deberían besar la tierra que pisamos, nos han estado
chupando la sangre y ahí están: PRESUNTOS GOLFOS, PRESUNTOS DELINCUENTES,
PRESUNTOS QUÉ ……, dejémoslo, a buen entendedor
Me posiciono en contra de pagar deudas que no hemos contraído.
Quienes han endeudado el país y han estafado al pueblo que lo paguen, pero ¡ya sin
más dilación! No es de recibo que estos señores campe a sus anchas y algunos lo
hagan con actitudes chulescas despreciando al resto de los mortales.
Me solivianta la palabra prohibición, yo por no prohibir, no
prohibiría ni prohibiría la palabra prohibir (paradoja de Cantor probablemente).
La ley mordaza es retrógrada y por tanto criticada no sólo por organismos
nacionales sino internacionales. Poner límites a las libertadas no es nada
aconsejable ni saludable si queremos construir una sociedad democráticamente
sana.
Me produce grima seguir instalado en la mentira, en el doble
lenguaje, en las verdades a medias. Aquellos que practican este tipo de
conducta, defensores de rancia y doble moral, se erigen luego en adalid de los
valores supremos y cuando hacen dejadez de sus funciones, o lo
obligan, encuentran su recompensa en forma de trabajo súper bien remunerado, en
menos de cuarenta y ocho horas. No es coherente afirmar que da asco las causas
por las que ha sido retirada la ley del aborto y a los dos días tener un buen
trabajo, que por cierto ya quisiera cualquier españolito.
No es de recibo que
se dedique 17 millones de euros a paliar los efectos de la pobreza infantil y más de 20
millones en reformar despachos.
Me parece execrable la fuga de cerebros. Lo que el gobierno
nos presenta como un logro es una infamia además de un derroche humano y
económico. Formamos a ciudadanos con un nivel universitario envidiable y envidiado por muchos otros países para que luego
tengan que emigrar y sean estos paises quienes se beneficien. Como siempre, ¡QUE
INVENTEN OTROS!
Detesto el inhumano neocapitalismo como el rancio comunismo.
Entre uno y otro extremo seguro encontraremos alguna solución.
Repruebo el que nos hagan concebir falsas esperanzas. Es
inhumano en su sentido más amplio.
Condeno los desahucios indiscriminados. Por cierto se me
viene a las mientes monseñor Rouco
Varela, ¿habrá abandonado el palacio arzobispal o lo van a desahuciar?
Me produce escalofrío la ayuda y exenciones fiscales de las
que se benefician ciertas empresas, entidades o señores, mientras se ahoga al
pequeño comerciante y al modesto ciudadano con el pago de impuestos abusivos,
facturas desorbitadas y de dudosa legalidad por servicios básicos (agua, luz,
IBI, etc)
Me produce sorpresa e incomprensión que ciertos sectores
sociales se muestren tan reacios a la modificación de la CONSTITUCIÓN, cual
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES DEL RÉGIMEN ANTERIOR FUERAN.
No me resigno a que la política que actualmente se está
practicando sea la única posible. ¡NO!
Abomino de que en nuestro país la situación de pobreza en la
que viven cientos de miles de personas sea de verdadera desesperación y que, encima, se persiga como defraudador al
padre de familia que, no pudiendo dar de comer a sus hijos (con una mísera
pensión de 400€ a 600€) dediquen parte de su tiempo a conseguir unos pequeños
ingresos extras con los que hacer frente a esta dura situación; mientras que
otros gozan de sobresueldos, se “sientan”
en varios consejos de administración, son pluriempleados o tienen sueldos de
por vida por la cara, por poseer información privilegiada o simplemente por influencias.
Me horroriza que el 80% de la riqueza de nuestro país esté
en manos de un reducidísimo número de personas.
Me enferma la duda de que la justicia no sea igual para
todos: que lo justo y lo legal no vayan de la mano.
Por último condeno la violación de los “DERECHOS HUMANOS”, sin ambages ni ambigüedades.
Probablemente se me hayan quedado muchas otras cosas en el
tintero, las asumo y lo siento.
¿Utopía? ¿Populismo? Que cada cual lo llame como quiera, pero
sin la primera la humanidad se hubiese estancado en la esclavitud y sin la segunda
nuestras conciencias seguirían durmiendo el sueño de los justos.
Si por todo lo dicho, si por desear vivir con la dignidad
propia de mi condición y desear dejarle a los míos un prometedor futuro; si por
discrepar con la política que actualmente se está llevando a cabo en este país
me tachan de populista o demagogo: LO SOY.
Hasta luego
Hay dos cosas infinitas. El Universo y la estupidez humana. Y de la segunda no estoy seguro
Albert Einstein
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