URÓBOROS O LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA COLA
Resuenan los ecos de las maquinas electorales. Se engrasan
bielas, pistones, se rectifican culatas (estamos en crisis), se limpian
carburadores, filtros ….. y todos aquellos elementos que necesita para echar
andar ese mastodóntico motor que intentará volver a crear nuevas expectativa e
ilusiones y que luego todo se quedará en nada o casi nada.
Y para que no falte de nada, los partidos podrán al frente de
esta colosal maquinaria a su más siniestro personaje. Siniestro por lo que
tiene de protagonista en toda buena novela negra que se precie y doblemente
siniestro porque entre sus muchas funciones figurará una en primerísimo lugar:
desprestigiar al adversario porque será incapaz de defender su ideario. Me
refiero al coordinador o jefe de campaña electoral.
Los partidos para intentar defender ese ideario, si lo tienen,
deberán hilar muy fino, yo diría que cada vez más, porque cada vez más estamos harto de que nos engañen y por supuesto somos cada vez más
conscientes de la degradación que estas mentiras han supuesto para nuestro sistema
democrático por dos razones más que obvias:
En primer lugar cada vez se hace más patente el objetivo
final a más o menos largo plazo: negar toda individualidad y aniquilar
cualquier atisbo de autoestima (Historias desde la cadena de montaje. Autor:
Ben Hamper)
En segundo lugar porque una y otra vez con su falso disfraz
de Uróboros (imagen alegórica de las más utilizadas en los viejos tratado de
alquimia, que muestra a un animal serpentiforme que engulle su propia cola y
que conforma, con su cuerpo, una forma circular. Simboliza el ciclo eterno de
las cosas, el esfuerzo eterno, la lucha eterna por la regeneración y en definitiva
el volver a empezar), no hacen más que empañar su imagen y mostrarse tal cual
son. Porque cada día somos más cautos, escépticos y por ende desconfiados y no
sin razón. Cada vez más, y muy a pesar de nuestros gobernantes somos más
refractarios a las mentiras, al engaño, a los castillos en el aire. A estas alturas los pocos castillos que se construyen aquí, son para ellos
Como siempre y aún a pesar de este tinte de pesimismo que
parece impregnar a esta pequeña reflexión, vivo expectante estos momentos, expectante
e ilusionado de que algo nuevo pueda aparecer en lontananza. Me ilusiona la
posibilidad de que pueda aparecer nuevos programas y nuevas personas que
vuelvan a sacarnos una sonrisa y nos devuelva la fe en el futuro, aunque
después frustrados volvamos a modernos la cola, como la pescadilla o el
Uróboro.
Hasta luego
Paco Gil
En lugar de hacer lo que es justo, sería conveniente en convertir en justo lo que hacemos.
Comentarios