Vientos del pueblo me llevan,
vientos del pueblo me arrastran,
me esparcen el corazón
y me aventan la garganta.
(Miguel Hernández)
Después de lo vivido el día 31 de enero
en la Casa de la Cultura de Barbate, se me hace difícil el no dar unas pequeñas
pinceladas sobre el acto.
Ni que decir tiene que me sorprendió el
aforo, muchas, muchas personas abarrotaban el recinto que si ya es pequeño aún
lo parecía más. Con la perspectiva que da el tiempo transcurrido, que hace que
se vayan sofocando las primeras calenturas que normalmente llevan a tratar
cualquier tema con cierta parcialidad propia de las emociones vividas, me
gustaría hacer algunos comentarios.
En principio, yo que no soy partidario de
muchos experimentos en política, que no partan de un empirismo más que
contrastado, tengo que aceptar que, dada la situación general que vive el
pueblo español, el andaluz y Barbate en especial; ¿qué más podemos perder? ¿Puede
esta situación empeorar? Rotundamente sí, si seguimos por el mismo camino y con
las mismas políticas que hasta ahora se están llevando a cabo. Por ello también
sería bueno el preguntarse, bueno y … ¿qué podemos perder con un cambio de
rumbo más o menos radical? Entiendo que más bien poco (como no nos despeinen no
sé qué más perderíamos). En política como en cualquier otra faceta de la vida
debemos reivindicar el derecho a equivocarnos pero también la obligación de
rectificar; esto que parece ser perogrullada hay quienes no lo aceptan por
razones que no vienen al caso enumerar pero que están en la mente de todos.
Siguiendo el hilo de lo acaecido el día
de los hechos, otras de las cosas que me sorprendió fueron los corrillos de
gente con un único motivo de conversación: en Barbate, después de muchos años,
una ventana a la esperanza parece que se está abriendo y la culpa de que esto
suceda la tiene un movimiento de carácter ciudadano: cuyas raíces más profundas
se hunden en los movimientos vecinales, plataforma contra Retín, contra los
recibos abusivos de Aqualia, y otros movimiento reivindicativos que con el
nombre de SomosBarbate intenta tomar la iniciativa por y para el cambio con un
simple lema: “Hay otra forma de hacer política más justa y solidaria” sin
perjuicio de nada ni nadie. Simplemente es un movimiento, aún por estructurar,
con el único objeto de mejorar la gestión municipal tan denostada y
desprestigiada desde hace mucho.
Decía alguien durante el acto, en uno de
estos corrillos, que ojalá Barbate deje de estar sólo entre dos mares: “la mare
que parió el levante y la mare que parió el poniente”. Ya es hora de que otra
nueva brisa fresca se levante y airee los cubículos cerrados que huelen a humedad
añeja y rancio putrefacto.
Con esto no quiero lanzar una soflama
gratuita, ni muchísimo menos hacer apología de ideas con las que aún no me
siento familiarizado, es decir, no es un cheque en blanco a SomosBarbate, sólo
pretendo que sea una llamada al sentido común, a la reflexión y sobre todo al
voto responsable y comprometido cuando llegue la hora de las urnas. Que no sea
el miedo ni muchísimo menos la coacción quienes nos condicionen.
Los dogmas que antes eran inamovibles y
que posiblemente el pueblo necesitase para su supervivencia han pasado a mejor
vida afortunadamente. Ya estos planteamientos sólo sirven para etiquetar y no
siempre las etiquetas han hecho justicia.
Termino no sin antes hacer una pequeña
reflexión: “no sé si los barbateños hemos perdido o no la inocencia, lo que sí
me consta es que, cuando alguien busca su lugar y lucha por su supervivencia, a
veces, aunque sea dando un mordisco de más, logra encontrar ese lugar. Su
lugar.
Hasta luego
Paco Gil
La historia la hacen los pueblos
Salvador Allende
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