Cartas a mis hijos
Por Expósito Sailor
expositosailor@megasur.net
Barbate a 27 de febrero de 2015
Queridos hijos:
Existen dos figuras, entre otras, dentro de toda
relación comercial: el que tiene un producto, incluido los billetes de
quinientos euros, y los que necesitan pedirlo prestado, para poder afrontar una
nueva empresa, para renovarla o para
modernizarla. Los diteros de chaqueta y corbata se frotan las manos ante
la visita de un nuevo estimado cliente, que ellos se encargaran, primero de
rescatar -bonita palabra-. Es como si estuvieras perdido en una tormenta en el
Polo Norte y de repente aparecieran quince o veinte perros san Bernardo con
licores variados y bocatas de carne en manteca. Exacto, te salvan la vida, pero
es para que se la debas. Es curioso, quien dice que te rescata en realidad te
está secuestrando. Cuando una entidad bancaria le presta a alguien más dinero
que el estimado cliente obtiene con su trabajo, es obvio que el interés del
banco es quedarse en breve con todas la propiedades del timado cliente,
condenándolo a la indigencia, porque por mucho que trabaje, posiblemente jamás
podrá pagar los intereses de la deuda, del capital ni hablamos.
Pero los diteros de negro saben mucho y antes de que
te mueras de frío, inanición o cualquier otra circunstancia, ellos en un acto
de generosidad se acercaran a ti nuevamente con la sana y generosa intención de
volverte a “conceder” un préstamo -bonito verbo ¿verdad?- para que salgas del
apuro a cambio de endeudar el futuro de tus hijos y probablemente el de tus
nietos. Este verbo -conceder- suelo oírlo mucho los días posteriores a la gala
de los “Oscars”, con la entrega de los premios Nobel, en primavera con el
premio Cervantes, etc. Pero siempre es un premio en reconocimiento a una labor,
a un trabajo, aunque suele ir acompañado de una buena cantidad de dinero en
metálico, en ningún caso hay que devolverlo con intereses. Es como si te tocara
el gordo de Navidad, únicamente estás obligado a pagar a hacienda su
correspondiente porcentaje. Pero un buen ditero jamás te dejará morir, porque
él sabe que mientras hay vida, hay posibilidad de cobrar la deuda. Él no te
obliga a contratar un seguro de vida, en su misma compañía, por si acaso te
mueres y dejas de pagar, ellos te obligan a contratar el seguro de vida para
cobrar los primeros.
En fin hijos, no sé si estos grandes jugadores del
monopoli saben que cuando un jugador ha comprado todas las calles, las tiene
llenas de casas y hoteles y no cesa de pasar por la casilla de salida y cobrar
las veinte mil pesetas, significa que el juego se ha acabado “game over”
porque eres el ganador, el hombre más rico del mundo, el único hombre de mundo,
pero tal como era su deseo el más rico.
Un beso, que seáis felices y gastéis poco.
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