LA RELIGIOSA
Me alegra mucho el poder contar como colaborador a MANUEL GIL QUINTERO, quién después de la publicación del artículo del día 27 de febrero, "Carta de un amigo de la infancia", parece que va a tener su pequeño rincón en este blog con una serie de artículos en los que va a contarnos sus vivencias a lo largo de su azarosa vida. Estoy seguro que no dejará indiferente a nadie.
Ahora os dejo con este primer artículo: LA RELIGIOSA. A disfrutar simplemente dejándonos llevar:
Como tantas veces una
vez más llegó la hora de la partida, tengo que volver a embarcar. La separación
de la familia es dura, muy dura. serán cuatro meses como mínimo separado de mis
seres queridos. Se siente una congoja que mi cuerpo se queda sin corazón porque
lo dejo con los míos, con mi familia. Recorre mi mente un extraño
frio y mis ojos se cierran intentando retener la imagen del balcón desde donde
me dicen adiós.
Me marcho, desde
Barbate al puerto donde me espera mi barco, una vez en marcha me da igual el
itinerario, Jerez, Sevilla, Málaga, Madrid, Paris, Dakar, Abidjan, Sao
Tome, Libreville................. Normalmente facturo el equipaje
desde el primer aeropuerto hasta el final de destino, así me puedo
mover libremente desde donde tengo conexiones, solo con mi bolsa en bandolera
y mis manos en los bolsillos leyendo indicaciones, buscando
terminales y puertas de embarque.
En uno de tantos
viajes en el aeropuerto de Paris me encontraba en la sala de espera de la
terminal de salida, esperando que anunciaran el vuelo y la puerta de embarque
con destino a Abidjan (Costa de Marfil) como siempre deambulando de un sitio
para otro en medio de un mar de viajeros, mirando por los duty free o algunas
veces entrar en un bistrot y pedir un sandwich de poulet avec legumes et une
biere para distraer el hambre y luego a lo mismo, pasear y pasear hasta que se
oye el anuncio del embarque que me sabía de memoria de tanto oirlo "Votre
attention sil vous plait,les passenger a destination de Abidjan vol...... Air
France nº......... sont prie de se presente porte.... embarquement
inmediat".
Cuando me dirigía a la
puerta de embarque, reparé en aquella mujer que también se dirigía a la puerta
anunciada, una religiosa, de pequeña estatura, delgada, su hábito descolorido
delataba mucho uso y muchos lavados, llevaba una bolsa en cada mano y otra más
en bandolera, me acerque a ella y le dije "Je peux vous aider
soeurs", me miró, sus ojos y sus labios tenían una expresión intensa, le volví
a decir lo mismo, esta vez en español, me dijo que sí, le cogí ambas bolsas que
llevaba en aquellas manos blancas y expresivas dándome las gracias, en un
español sudamericano, vez de Argentina,
me alegré de que pudiéramos hablar en español ya que mi francés tiene poco de académico
y sí mucho de las cantinas y de los trabajos y tratos portuarios.
Ambos nos dirigimos
hacia la puerta de embarque hasta la cola que se había formado previa al
embarque y ya empiezo a notar el peso de aquellas bolsas que portaba, me
preguntaba de donde sacaría fuerzas esta mujer para semejante carga. Casi ya en
la puerta de embarque, la religiosa se me adelanta y se para detrás de un
caballero alto y entrado en carnes, vestía un traje gris. La religiosa le tocó
la espalda y el caballero dio media vuelta, la religiosa uniendo sus manos como
para rezar le hizo como una reverencia y le dijo algo. Me fijé en aquel hombre,
llevaba un cuello blanco como los que usan los sacerdotes y una cruz de madera
en el pecho por lo que deduje que era otro religioso, quizás un obispo de esos
que alguna vez me he cruzado en ese vuelo y que siempre viajan en clase
preferente. El contraste entre ambos
religiosos era muy sustancial, uno era grandullón y orondo y la otra
pequeña y casi esquelética. Algo le dijo a la religiosa y se volvió dándole la
espalda, ella volvió a hacer otra especie de reverencia y regreso a mi lado. Continuamos
hasta el control de las tarjetas de embarque y continuamos hasta el avión, acomodar
las bolsa y acomodarnos nosotros en nuestros respectivos asientos.
A partir de ahora tras
el despegue seis horas y media de vuelo hasta Abidjan.
Una vez hemos llegado
al aeropuerto de Abidjan, volver a empezar, cargar bolsas y descender del avión
hasta la pista y encaminarnos a la terminal, allí no había de vehículos para
llevar a los pasajeros, pasamos los controles de policía y pasamos a la sala de
recogida de equipajes, ahora parecíamos ambos dos burros cargados con todas
nuestras pertenencias, a veces se nos arrimaba porteadores con carritos para
llevar nuestro equipaje pero desistíamos de ellos porque esta gente al final sólo
te crean problemas al intentar aprovecharse de los extranjeros; pasamos el
control de aduanas y por fin llegamos al hold del aeropuerto, ya libre de
tramites. En el hold me esperaba el representan de mi agencia
consignataria para trasladarme al puerto. Le pregunté a la religiosa a dónde se dirigía
pues podríamos acercarla a algún sitio de la ciudad, me dijo que irían a
buscarla alguien de su congregación y que se dirigía al interior del país a su misión
religiosa, le pregunté si quería comer algo y me dijo que no, que ya se las arreglaría,
cogí mi cartera y le regale 5.000 f/cfa por si la espera se le hacía larga y
necesitaba comer algo; siempre llevo algo de dinero den Banco Central Africano
por si hiciera falta. Ella me preguntó ¿ Y tú dónde vas? le dije que me dirigía
a Port de peche (muelle pesquero),soy marinero y tengo que embarcar. Me contestó
diciendo "tú eres un marinero", "tú eres un ángel", rezaré
por ti y por tu familia, que Dios te acompañe, igualmente hermana, que Dios te
acompañe: Adiós, Adiós y muchas gracias. Subí al coche que me llevaría a mi
viejo y querido barco el Almadraba Uno.
Mientras me trasladaba hacia port de peche podía entender mi sacrificio venir
hasta esta parte del mundo para ganarme la vida y la de mi familia, pero me
preguntaba que fe es la que mueve a personas como esta religiosa que sacrifica
su vida al servicio de los demás.
Sirva de homenaje este
relato para todos esos misioneros que entregan su vida para dar educación, asistencia
sanitaria y alimentación a las personas más desfavorecidas del mundo.
M.G.Q. (manuelgq29.gmail.com)
Un saludo.
En ocasiones en lugar de hacer lo que es justo, sería conveniente convertir en justo lo que se hace
¿?
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