Barbate a 10 de abril de 2015
Queridos hijos:
El mundo gira a una velocidad vertiginosa, especialmente para las personas
que hemos pasado la mitad de nuestra presumible vida. Y lo cierto es que todos
los días te levantas con una sorpresa -desagradable por lo general-. El mes
pasado, no recuerdo bien si lo leí o lo escuché por la radio, que un señor, un
alto representante de la Semana Santa, creo recordar, advertía a las señoras y
especialmente señoritas que acompañan a los pasos vestidas de mantilla la
obligatoriedad de guardar un decoro en el vestir, por lo que se les
informaba/recomendaba/exigía que las faldas cubrieran las rodillas y los
escotes fueran lo justo para poder meter la cabeza. Exactamente hijos míos, a
este señor se le da poder y viste a las mujeres con un burka. Obvia este, otra
vez señor, no, creo que es excesivo, en fin ya saben ustedes a quien me estoy
refiriendo, que prácticamente el aspecto más novedoso cada año por Semana Santa
sea precisamente las señoras y señoritas que acompañan al paso vestidas de
mantilla, porque la figura del Santo o la Virgen es siempre la misma, los
penitentes van todos vestidos iguales y únicamente podemos reconocer a algún
pariente por su ligera cojera o por su enorme barrigón. Pero deje usted a las
señoritas de mantilla por favor, que no son viudas como piensan algunos
turistas.
En fin hijos, que no ha salido uno de un asombro cuando ya tiene otro
rozándote la oreja. Resulta que ahora al público le ha dado por abuchear los
pasos y de esta forma manifestar su disconformidad. No, no, no abuchean a las
autoridades municipales que acompañan el paso, por el incumplimiento del
programa electoral, no. Abuchean a los costaleros, justamente porque por lo
visto, lleva el paso cambiado o porque han cambiado el recorrido que ya tenía
más de tres mil años de antigüedad. Increíble, jamás lo hubiera imaginado. Me
está usted diciendo que un sector del público semanasantero espera
pacientemente con su cartucho de pipas en la mano, que el santo se ponga a tiro
para hacerle un escrachet. Perdona que te diga, pero eso no se lo hubiera
imaginado ni George Orwell.
Y por último lo del avión en los Alpes. Resulta que la industria
aeronáutica se gasta una pasta en cambiar los sistemas de seguridad de las
puertas de acceso a la cabina de los aviones para que los terroristas no puedan
entrar y estrellar el avión como lo hicieron en las torres gemelas, por
ejemplo, y el copiloto del avión, aprovechando que el capitán sale de la cabina
un momento para hacer sus necesidades, cierra la puerta activando todos los
sistemas de seguridad antiterrorista y estrella el avión contra una montaña en
mitad de los Alpes. La realidad vuelve a superar la ficción. Pero si los
pasajeros tenemos que estar un par de horas antes en el aeropuerto soportando
una interminable cola, descalzos, sujetándonos los pantalones con una mano
mientras que con la otra dejamos nuestros objetos personales en la cinta para
poder pasar la puerta de seguridad y no contentos con esas humillaciones te
llaman aparte porque han encontrado en tu neceser un cortauñas y ese objeto
puede ser susceptible de intimidación o agresión al comandante o al pasaje, es
justo que con los pilotos, copilotos, azafatas y azafatos tuvieran también las
empresas de aerolíneas un poquito de más control, aunque dentro de las cabezas
de las personas es muy difícil entrar.
Besos y llamad a vuestra madre de vez en cuando.
Comentarios