CARTAS A MIS HIJOS (XVII)





Cartas a mis hijos
Por Expósito Sailor

expositosailor@megasur.net
Barbate a 08 de junio de 2015
Queridos hijos:


Yo creía que nuestro país, después de casi cuarenta años de democracia, había aprobado la asignatura de educación, respeto, urbanidad y buenos modales. Si, lo creía porque hace ya mucho tiempo, afortunadamente, que no veo por ejemplo, a nadie llamar a un taxi silbando o solicitando la atención de un camarero tocando las palmas. Eso no es libertad de expresión, para nada en absoluto, eso es tener muy poca educación, eso es ser un grosero, un soez que no es que no respete a los demás, es que hace alarde y se jacta del desprecio. Yo creía que los austrolopithecus y sus primos los neanderthalenses habían desaparecido hace muchos años de la tierra, pero no, todavía quedan algunos. También creía que “Barrio Sésamo” había servido de algo.
Libertad de expresión, queridos hijos, es reivindicar tus derechos con rigor y valentía donde quiera que sea y delante de quien sea. Libertad de expresión es manifestarte en contra y pacificamente de los defensores del liberalismo económico más salvaje, que condena a muchas familias a la indigencia perpetua, favoreciendo a los bancos y a los grandes empresarios. Libertad de expresión es decir que estás en contra de una educación privada a costa del dinero público; es decir en voz alta que la Constitución Española dice que es un país laico; es decir que no se pague con el dinero público clases de una religión determinada en los colegios públicos; es decir que no me gustan las corridas de toros, pero que si a usted le gustan tanto, en principio, las pague, después ya veremos. Libertad de expresión es expresar tu opinión sin que nadie te pegue un tiro cinco minutos después. Libertad de expresión es manifestar hoy una opinión y mañana la contraria, siempre que esté argumentada, sea creíble y sincera. La libertad de expresión, hijos míos, está consolidada en este país, gracias al esfuerzo, a la lucha, al sufrimiento y a la sangre de muchas personas que lucharon por ella y que hoy son en la mayoría de los casos unos desconocidos. La libertad de expresión no se consigue ofendiendo a los demás, se consigue reivindicando lo tuyo. La libertad de expresión es exponer tus ideas con más claridad que gritos. Es de mala educación no prestar atención al orador, también hablar mientras este expone sus ideas, y más aún, interrumpirle con la sana intención de increparlo y desconcentrarlo, -observad este detalle en cualquier debate televisivo-.
Por supuesto, hijos, que la monarquía es un anacronismo, posiblemente esté de acuerdo con esta aseveración el mismísimo Rey. La cuestión es decidir si los españoles quieren mantener los derechos y obligaciones de esta familia, y quién va a ser el nuevo jefe de la diplomacia española, que ya sé que a ustedes dos no os importa mucho, pero que es de suma importancia. Para que una república funcione correctamente ha de estar compuesta por un gran número de republicanos justos, honrados, honestos, bien educados y formados, incluso para una democracia constitucional, monárquica y parlamentaria hacen falta personas así.

Un beso, porque aunque yo no me siento ofendido, ya que ofende quien quiere y no quien puede, sí me siento triste.

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