La generalización del sentimiento de soledad es
asombrosa. Varios estudios internacionales indican que, aproximadamente, más de
una de cada cuatro persona (un 25% ) se sienten sola habitualmente o con
frecuencia.
La mayoría de estas personas no son solitarias
por naturaleza, pero se sienten socialmente aisladas aunque estén rodeadas de
gente.
Con el tiempo la soledad puede fomentar el
retraimiento, por pura supervivencia ante la posibilidad dolorosa del rechazo, la
traición o la vergüenza. Llega un momento en que la soledad se enquista de tal
manera que se vuelve crónica y ante esto como mecanismo de autodefensa, la
persona se resigna
En general, se cree que la soledad significa un
aislamiento físico respecto de las demás personas, pero son los psicólogos y
sociólogos quienes tienen la última palabra en este asunto.
¿Las redes sociales pueden abrir nuevas vías
para conectar con los demás? Depende de como se usen. Desde esta perspectiva,
sería lógico que la abundancia de contactos
fuese una cura de la melancolía y que, cuanto más numerosos sean los
contactos, más oportunidades habrán de
encontrar relaciones gratificantes. La realidad sin embargo es más compleja.
Cuando la gente utiliza las redes para enriquecer las interacciones personales,
pueden ayudar a disminuir la soledad. Pero cuando sirven de sustitutas de una
auténtica relación humana, causan el resultado opuesto.
“La soledad es probable que incite a un
mayor uso de las redes sociales, pero el uso de estas no son la causa de la
soledad y de la no integración social del individuo; sino todo lo contrario”.
Por desgracia, muchas personas solas tienden a
considerar las redes sociales como refugios relativamente seguros para
relacionarse con los demás. Sin embargo sólo consiguen una relación
superficial y que en contadas ocasiones
puede llegar a ser de carácter más intimista.
Hasta no hace mucho, la Red se consideraba un
lugar social monótono. Prestigiosos neurocientíficos afirman que casi todos los
primeros estudios sobre los usuarios de Internet con miras sociales revelaban
una tendencia al aislamiento. La idea era que la gente utilizaba la Red como
sustituto de las relaciones a cara descubierta, lo que resultaba ventajoso para
personas con discapacidades que no podían salir y entrar, pero no satisfacía a
los demás usuarios.
Los psicólogos criticaban esta situación; a
menudo descalificaban la socialización en línea como una vía de escape para
ahorrar las molestias de unas relaciones reales a las personas solitarias.
“El individuo refleja en la red social su personalidad, no son las redes sociales quienes definen al individuo; sino todo lo contrario. No obstante entra dentro de lo posible que el uso de las redes sociales por individuos poco sociables físicamente provoque en ellos un mayor estado de frustración sobre todo al ser el número de seguidores de otros mayor que el suyo”
Un estudio realizado por un reputado psicólogo,
Andrew Campbell y sus colaboradores de la Universidad de Sydney, niegan la
relación entre el tiempo dedicado a la interconexión en línea y los niveles de
ansiedad o depresión, compañeros habituales de la soledad. Además de no
presentar mayores recelos sociales que otras personas, los asiduos a la Red
pensaban que el tiempo dedicado a la conexión les beneficiaba psicológicamente,
pese a manifestarse convencidos de que los usuarios de Internet, en general, se
sentían más solitarios que el promedio de la población.
La relación entre la sensación de soledad y la
socialización en red aparece solo cuando las variables se permutan: la soledad
se estudia entonces como precursora de la integración en las redes sociales.
Para comprender la causa, hay que recurrir a las ideas recientes sobre el
comportamiento de un cerebro solitario.
La tendencia a la soledad dificulta la
participación en las redes sociales. Según Cacioppo, en el cerebro de una
persona retraída se agudiza el estado de alerta ante posibles amenazas
sociales, aunque no se concreten de forma expresa.
Tales
efectos son más acusados en la comunicación en línea, puesto que en este caso
los riesgos resultan más difíciles de prever. Además los largos silencios entre
las respuestas en una conversación virtual pueden suscitar el temor en algunas
personas de que estén observando o comentando a sus espaldas. También crea
inseguridad a los usuarios la multiplicidad de posibles contactos de las redes
sociales.
No es de extrañar que, que las personas que
utilizan la tecnología como apoyo de sus amistades ya existentes saquen el
mejor provecho de las redes sociales. En un estudio en adultos mayores
descubrieron que el uso de las redes sociales mitigaba la soledad cuando los
contactos virtuales se correspondían con físicos. Así, las personas con edad
avanzada que tratan de establecer nuevas relaciones a través de las redes
sociales, por lo general, se sentirán más en soledad que antes de su incursión
en línea.
Sin duda, la interacción cara a cara resulta la
variable básica para calibrar los efectos de las redes sociales. Estudios
recientes afirman que, el sentimiento de soledad entre los miembros de
Facebook: aquellos estudiantes que en sus relaciones cotidianas se manifestaban
comunicativos aportaban ese talante a la red social, cosa que les beneficiaba.
Por el contrario, las personas de ánimo retraído acentuaban su carácter cuando
usaban los medios de comunicación tecnológicos.
Las personas solitarias también vuelcan en la
Red su auténtica personalidad al intentar <> de apariencia
psicológica. De este modo, una persona retraída y asocial podría, durante un
rato, asumir un carácter extrovertido, abierto y conversador, empero le será
harto difícil representar ese papel durante más tiempo.. Según Freberg, la
sensación de soledad proviene de la diferencia entre lo que apetecemos y lo que
poseemos; si dicha diferencia se cronifica, provoca comportamientos que repelen
a los demás.
Por sí
mismas, las redes no crean ansiedades y temores en quienes las usan, pero si
las personas se sienten así desde el principio, sus contertulios no tardarán en
notarlo.
En la actualidad varios países, en particular
Dinamarca y Reino Unido, han creado programas nacionales para concienciar al
público sobre la soledad crónica, fomentar un mejor conocimiento de sus
catastróficas consecuencias y mejorar las intervenciones políticas para abordar
el problema y su financiación.
Fuentes consultadas:
Wikipedia
Revista de psicología
Periódico EL PAÍS, domingo 10 de abril de 2016
Visiones de Michio Kaku
Otra páginas de Internet de las que he sacado las imágenes
La predicción es muy difícil, especialmente cuando se refiere al futuro.
Yogui Berra
Hasta Luego.
Paco Gil (@PacoGilBarbate)
Comentarios