CONVERSACIONES: “VALENTÍN FUSTER” Y JOSÉ LUIS SAMPEDRO
CON OLGA LUCAS
VF.- Valentín Fuster
JLSP.- José Luís Sampedro.
UN
INCISO
JLSP. Antes de nuestro diálogo, es imprescindible
parar, librarnos de afanes cotidianos, de la vorágine que nos aturde.
Para
ello nos hemos acogido al parador de Cardona, en la antigua Marca Hispánica de
Carlomagno, monumento secular, una gran construcción medieval que fue palacio,
fortaleza y monasterio a un tiempo: los tres poderes máximo. Los tres se
desvanecieron aquí. Un recinto que pese a sus orígenes (centro de poder), ha
sido el germen de la serenidad, tan necesario para la reflexión.
El
valor simbólico de Cardona nos ayudará a pensar mejor sobre un tiempo que,
creo, a los dos nos parece inquieto, agitado, crispado, retorcido… Por lo que a
mí respecta, al menos, me encuentro profundamente alarmado y descontento con el
mundo en el que vivo
VF.- Después de agradecer el hecho de estar los
dos juntos dialogando, secunda plenamente la afirmación de “para dialogar,
parar”.
A
lo largo de toda mi vida profesional me declaro un observador de lo que yo
llamaría la incertidumbre, la incertidumbre que la enfermedad trae consigo.
Mi filosofía es el resultado de una
combinación entre Aristóteles y Platón. E decir, por una parte soy muy
pragmático y me gusta la acción. La acción que tenga una motivación, un
objetivo: este sería mi lado aristotélico. Por otra parte, creo mucho en lo que
podríamos definir alma humana, espíritu, humanismo; eso es lo que llamo
mi parte platónica y a esa parte le doy mucha importancia.
En consecuencia, para mí, la salud
es precisamente un estado de equilibrio corporal y emocional.
JLSP.- Yo me veo menos eficiente, soy un poco más
contemplativo, menos de acción que tu yo “aristotélico”.
EL
INFARTO SOCIAL
JLSP.- Veo la sociedad a
punto de infartar. Me explico. Vaya por
delante que cuando hablo de sociedad no estoy hablando de la humanidad, estoy
hablando del sistema de vida occidental porque, claro, el ochenta por ciento de
la humanidad es otra cosa, algo que no deberíamos, y sin embargo solemos,
olvidar porque los occidentales padecemos de un egocentrismo terrible.
Después de poner
algunos ejemplos continúa.
Yo veo la sociedad en la misma forma de estado de riesgo del que tú hablas
en relación con la salud; hablas de desequilibrio, de inquietud, de
incertidumbre por la enfermedad. Bueno, la sociedad actual tiene, no ya
incertidumbre, tiene miedo. Y esto es lo que hace que estemos en permanente
estado de infartar y eso me parece motivo de inquietud para el futuro.
VF.- Estoy completamente
de acuerdo contigo de que estamos viviendo en un mundo que parece haber perdido
la brújula del razonamiento. Estamos viviendo en un mundo muy acelerado en el
que, como contrapartida, el hombre está actuando de manera muy pasiva. En otras
palabras, en un mundo súper acelerado en el que no hay tiempo para la
reflexión; simplemente parece que todos debemos subir al tren, sin saber cuál
es el destino y cuanto más rápido, mejor.
Éste es un problema de la tecnología moderna. Fíjate José
Luís, el problema de la tecnología moderna es que, por un lado, ha ayudado
muchísimo en muchas cosas… para salvar vidas por ejemplo, pero también para
mejor atentar contra ellas. Y esto hace que el mundo, además de acelerado, sea
cada vez más vulnerable, que es lo que tú estás diciendo.
Según esto, el diagnóstico del problema parece claro,
pero… ¿dónde está la solución? De una manera simplista, uno diría: bueno
tenemos que volver al mundo primitivo. Sin embargo, ¿es esto posible?
Resulta curioso señalar que el infarto no existía hace
quinientos años, por tanto, no hay duda de que estamos hablando de una
enfermedad moderna, de una enfermedad extendida de forma explosiva en los
últimos cien años. Eso corroboraría tu pensamiento de que el mundo acelerado
está infartando. (28-29). Este es mundo acelerado en que vivimos el que nos
lleva a descuidar nuestro propio organismo. Cuando hablamos de factores de
riesgo como el tabaquismo, cuando hablamos de la obesidad o de la tensión
arterial, nos estamos refiriendo a una sociedad de consumo en la que aparecen
unos factores unos factores para los que el organismo no estaba preparado. Hay
una relación directa entre una sociedad de consumo y su herencia, una sociedad
con infarto de miocardio.
A mí lo que más me preocupa no es que esta sociedad entre
en infarto, lo que más me preocupa es el sistema extrañamente pasivo en el que
está entrando la sociedad. Los niños ya no corren, solamente miran las
computadoras, están continuamente con los teléfonos móviles y juegos
electrónicos o frente al televisor. Se está configurando una sociedad que no se
mueve, una sociedad en la que te consumes sin tan siquiera darte cuenta de ello.
JLSP.- Todo esto me sugiere
muchas cosas sin embargo…, me quedo en tu pregunta ¿dónde está la solución para
una vuelta atrás? Yo no creo que se pueda volver atrás; hay que plantearse
otros estados de equilibrio, no la vuelta atrás. Tras una amplia reflexión
sobre el tema y algunos ejemplos, nuevamente vuelve a preguntarse sobre la
posibilidad de la vuelta atrás. Su respuesta es la misma: “lo veo difícil” y lo
ilustra haciendo referencia a la irrupción emergente de China y otros países
orientales. Continuando en esta línea, argumenta: “El occidental tiene frente
al mundo exterior un afán de dominio, de modificarlo, de aplicar la técnica, la
acción en suma, voluntad de transformación. El oriental, por lo menos en
culturas tan importantes como las de China y la India , es otra cosa. En
lugar de la transformación del medio, en China tradicionalmente se ha
perseguido la adaptación al mismo. El Tao busca la armonía, la adaptación, ser
como el agua, no transformar la vasija donde se vive, sino acomodarse a ella”.
Pero en la práctica, tampoco vale este planteamiento. No
podemos desde nuestro nivel económico, decirle a las multitudes hambrientas de
China y la India :
“Pongámonos todos a adaptarnos al medio sin transformar nada”. Porque eso
supone para ellos seguir sin comer.
No retornar al pasado me parece muy difícil; en cambio,
habría que buscar un nuevo estado de equilibrio. Creo, además, que a lo largo
de la historia se ha ido progresando de esa manera, buscando nuevas formas.
Sin embargo yo tampoco se cuál es ese estado equilibrio y
mucho menos cómo se alcanza. Tengo claro que las soluciones requieren cambios
mentales, cambios de actitud por parte de todos.
Respecto a las medidas que parece que se están tomando
por parte de los países desarrollados tendentes a restablecer un equilibrio en
el desarrollo económico, me da la impresión que de entrada todo lo que se está
escribiendo es falso. Es mentira. Con las ayudas actuales nunca será posible
igualar el nivel de los unos a los otros. Sin una redistribución de los recursos
mundiales, no es posible.
Volviendo al punto de partida nuevamente se reafirma en
la dificultad que supone volver al pasado. “La historia no retrocede, quema
etapas”. Ahí esta el ejemplo de la I Guerra
Mundial: lejos de restablecer el orden, como algunos creían, pronto se vio que
no, aquel mundo se acababa y empezaba otra etapa de la historia.
Paco Gil (@Pacogilbarbate)
Hasta luego
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