UN ESTILO ÉTICO
Son relativamente pocas las cosas que aprendemos de la vida y no porque ésta sea mala maestra o no haya puesto empeño en su labor pedagógica, todo lo contrario, por antonomasia somos malos alumnos y ante esto poco puede hacer tan magnánima señora. En el fondo de cada uno de nosotros subyace el miedo a lo profundo, a nuestro yo, a ese gran desconocido. Tenemos un pavor ancestral a adentrarnos hasta nuestras propias entrañas, a encontrarnos con la imagen virtual de nosotros mismos. Y esa luz sólo la aporta el conocimiento, de ahí el rechazo que la mayoría de los mortales mostramos al aprendizaje más allá de lo que cada cual estimamos como razonable. Así que damos por sentado entonces, y probablemente de forma inconsciente, que no siempre es bueno conocerse demasiado a uno mismo.
Hacer continuamente lo que creemos que los demás esperan de nosotros, es vivir en una cárcel. Me consta que todos intentamos librarnos de esos tiránicos barrotes en una titánica tarea de la que en la mayoría de las ocasiones salimos derrotados, no faltaba más. Pero aún así y todo, seguimos en nuestro empeño
Sin embargo, a fuer de ser constante con algo nos quedamos aunque no queramos, no todo cae en saco roto afortunadamente.
Así que hecha esta pequeña, pero necesaria, aclaración, me atrevo a reseñar esas normas de conducta y ese estilo que he intentado sean el norte de mis actos:
• Llegar, estar e irme, de la misma manera: en silencio, o cuanto menos sin molestar en exceso.
• Procurar no estar donde no quiero y por supuesto donde no me quieren.
• No justificarme ni pedir justificación, salvo en honrosísimas ocasiones.
• Ir siempre ligerito de equipaje. Mi mochila siempre llena de ilusiones y nuevos proyectos, no necesito más. Aunque también es verdad que cada día me pesa más.
• Necesitar pocas cosas y, aquellas que realmente necesite, necesitarlas poco.
• No tener problemas en mantener conflictos con quien sea, excepto conmigo mismo. Esto último no lo soporto.
• Procurar que entre los míos y yo nunca haya dudas ni deudas.
• Me siento libre pensando que nadie me debe nada. Lo contrario siempre me ha creado un sin vivir interior con el que nunca estuve dispuesto a entenderme, pienso que es algo así como un auto-chantaje emocional.
• Humillarme sólo lo estrictamente justo y necesario.
• Estar sólo en los lugares y situaciones en los que sea necesario, y en los no, permanecer justo lo imprescindible.
• Mantener cierta distancia en las relaciones personales, como en el toreo. Intento aplicarme aquello que dice el undécimo mandamiento: “No molestar y respetar la libertad del otro”.
• Huir de los que presumen tener un único libro de cabecera. El dogmatismo guía continuamente sus acciones. No me gusta este tipo de gente.
• Intentar tratar a los demás como me gusta que me traten a mí.
• Procurar preguntarme más por el ¿para qué? Que por el ¿por qué?
• Huir de los aduladores profesionales. Detrás de cada halago suele haber un dardo emponzoñado.
• Estar lo suficientemente lúcido como para distinguir cuando he dejado de ser la solución para convertirme en el problema. Cuando llegue ese momento ser lo suficientemente valiente como para echarme a un lado.
• Ser el menor y último de los problemas para cualquiera, sobre todo para mi gente. Al menos intentarlo
• La vanidad no es precisamente uno de mis defectos. No obstante me gusta que cuenten conmigo cuando sea necesaria mi ayuda o simplemente mi presencia. Me conformo con estar en retaguardia. Aunque no se me vea, quiero que sepan que estoy ahí. Es una inyección de vida
• Estar ojo avizor continuamente, sé que el pasado puede volver en cualquier momento y joderme el resto de mis días.
• Saber que vivo en permanente contradicción me ha servido para darme cuenta de que ha habido momentos en los que no he estado a la altura de lo que me exijo.
• No rehuyo el enfrentamiento dialéctico, es más, en ocasiones los busco. Pero con los imbéciles procuro callarme.
• Soy egoísta, sí. Pienso que el egoísmo mueve al mundo, y aún así procuro canalizarlo de forma que más me satisfaga. Lo contrario sería mentir.
• Saber irme con la misma dignidad, al menos, con la que he pretendido vivir.
Termino parafraseando a Groucho Marx: “Estos son mis principios y, si a alguien no les gustan, lo siento mucho pero no tengo otros”
Nadie es un héroe para su mayordomo (Dicho inglés)
Hasta luego.
Paco Gil (@PacoGilBarbate)
Comentarios
Hay cosas que aunque quieran cambiarlas es imposible. Por mucho que se empeñen sus detractores vendiendo el humo de la modernidad,hay cosas que son permanentes.
El respeto a la palabra dada.El honor.La lealtad, siempre importantísima, pero mucho más con el que te considera o consideras como amigo.
El respeto y el cariño a nuestros mayores que tanto agradecen siempre un saludo cariñoso y unas palabras de apoyo y afecto.
El respeto al medio ambiente.Única herencia verdadera que dejaremos a nuestros descendientes.
El agradecimiento a las personas que nos acogen como amigos en sus pueblos y comparten con nosotros lo que tienen como uno más.
Son tantas y tantas cosas las que se me ocurren que sólo me repite un pensamiento.
¿Como sería el mundo si a las personas se nos educara para SER y no para TENER.
Saludos afectuosos para el pueblo de Barbate con el que tan identificado me siento y donde tan a gusto estoy. Gracias a todos.AMIGOS.