Agujero negro, El gato de Schrödinger y políticos



Que el poder distorsiona la realidad es un hecho más que evidente y perfectamente contrastable. Quien ejerce el poder, como buen hedonista, se retroalimenta tergiversando la realidad, adaptándola a sus intereses y necesidades más que egoístas; en una palabra: a cambiarla, con el agravante de ni tan siquiera conocerla.  Hay quienes afirma, y no van muy desencaminados, que es como un agujero negro, que absorbe todo cuanto orbita a su alrededor al mismo tiempo que produce una deformación espacio temporal. Una singularidad en que, por tanto, se rompen todas las leyes de la mecánica clásica,  hasta no hace mucho, las únicas conocidas.

Pero así como en Física se ha estudiado esta singularidad desde el plano teórico, se ha experimentado sus efectos y se han obtenidos evidencias más que palpables de su comportamiento;  En política es más que dudosa la existencia de tamaña certidumbre por cuanto quienes ejercen el poder, lo hacen  con la ceguera propia de quien todo lo sabe, no dejando margen alguno a la incertidumbre propia del sabio, del modesto. Introspectivamente, en un supremo acto de autocrítica, que casi nunca exteriorizamos, podemos reconocer que sabemos muy poco de prácticamente todo lo que nos rodea. No pasa absolutamente nada que lo reconozcamos, como dijo el sabio, nos hace más humano si cabe. Nos acerca a la realidad del mundo en el que vivimos. Abandonamos esa poltrona en la que nos instalamos y de la que tanto trabajo parece que cuesta bajarse. En un acto de reafirmación no sólo mantengo que esto no es malo, sino que viene a ser la piedra angular de nuestro proceso evolutivo. Precisamente es este conocimiento de la realidad y el asumirlo, lo que le confirió al Homo Sapiens Sapiens su superioridad sobre el resto de las criaturas, esa capacidad de pensar, de entender su posición preponderante en la naturaleza, de sus desventajas físicas, de su superioridad intelectual  y de la necesidad de actuar como colectividad más o menos numerosa, hizo del ser humano  la criatura que es hoy.

 Está claro que nos adornan otras muchas cualidades fruto evolutivas, que nos hacen ser diferentes a cualquier otra especie: somos capaces de inventar, de adelantarnos al futuro, de improvisar; somos capaces prácticamente de realizar todo cuanto nuestra mente imagine o sueñe y, cuando hacemos uso de estas maravillosas capacidades  de forma egoísta y fraudulenta, y además faltando a la verdad y a la historia, incurrimos en un fraude de dimensiones incalculables, en un delito contra la NATURALEZA, el peor de todos los posibles.

Que partidos políticos,  descafeinados unos y el otro ultra, viven instalados en plena singularidad cósmica, viene dado por datos especialmente objetivos y especialmente a la vista de quienes  lo quieran ver:

-        Uno de ellos, el hecho de olvidar al minuto siguiente lo sucedido el minuto anterior.

-    Dos, ignorar que, en la medida en que el pasado configura el presente no podemos afirmar que, esto, lo que ahora está sucediendo, es pasado. No, si no hay una ruptura total y una nueva eclosión traumática. Un nuevo renacer.

-       En tercer lugar, me remito a plagiar a Antonio Machado cuando escribía: “Dijiste media verdad, dirán que mientes dos veces, si dices la otra mitad.

 Así qué podemos deducir, sin margen de error que, cuando los portadores de mensajes particularmente catastrofistas y perversos, ejecutan los planes para los que creen estar predestinados de forma fraudulenta, y no sólo al margen de la ley sino amparada por ella y hecha a su imagen y semejanza, siempre habrá alguien que surja, como capullo en flor, que le recuerde quién es, por qué es y hasta dónde puede llegar. Pero lo mismo esto esté penalizado. Paradojas de la vida, o más bien de esta sociedad democrática en la que nos desenvolvemos cotidianamente.

Por tanto, visto lo aquí reseñado, entiendo que no estaría de más aplicarse en entender un poco de la naturaleza y las leyes que la gobiernan. Sin embargo lo dudo porque dentro de mi escepticismo me pregunto sino sería pedirle peras al olmo y ya sabemos de lo que adolece gran parte de nuestra clase política: Un poco de cultura general, sensibilidad, más humildad, menos mentiras, menos narcisismo, más honradez y más ética personal.

El que algunos políticos no solo pretendan ser la salsa de cualquier plato, sino jugar a ser El gato de Schrödinger , una entelequia filosófica, una paradoja de la física, a la larga lo pagan, porque no puedes ser y no ser al mismo tiempo, estar y no estar. Así qué, visto lo que hay en el panorama que nos alumbra, creo que si a algunos líderes políticos les dieran por pensar, dejarían de existir. Parafraseando a Descartes.

Como siempre, dejo al lector la última palabra, la última reflexión. Al final siempre prevalecerá, la verdad individual, nuestra verdad.


Ni está el mañana –ni es ayer- escrito. Antonio Machado. El dios íbero

Hasta luego.

Paco Gil Pacheco (@PacoGilBarbate) 




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