EL Big Data. ¿Llave al dominio mental?


«Nacemos con un poder que rara vez llegamos a desarrollar ni siquiera a la mitad de su capacidad. Nuestra mente tiene todas las claves para ser felices, para superar pruebas que se presentan como insuperables, para seguir adelante cuando la adversidad apremia, para paliar el dolor o, por el contrario, enfermarnos. Nuestro cerebro es también, eso sí, la clave para manipularnos. quien conozca sus secretos, conocerá también los nuestros». Del libro: Manipular, un instinto básico. (El dominio mental. La geopolítica de la mente. Pedro Baños).

Estamos asistiendo, apenas sin percibirlo, al nacimiento de una sociedad en la que no es necesario seducir a la población con promesas. Ahora existe la posibilidad de persuadir a la gente para que se conduzca, apoye y actúe mediante mensajes personalizados en función de su personalidad, gracias al manejo de datos personales, algoritmos y narraciones. Y es que, gracias a la tecnología, hoy en día es fácil «vender» cualquier producto, desde un candidato a los ciudadanos a una nevera a un esquimal. (El dominio mental. Pedro Baños)

A la hora de invocar a la IA, (es en lo primero que hemos pensado nada más leer estos dos párrafos), hay que retrotraerse necesariamente a cuando la Revolución Industrial daba sus primeros pasos y las máquinas empezaban a sustituir a los humanos en numerosas tareas. «El aprendiz de brujo» fue un poema de Goethe, (hace unos días lo leí, por consejo de Yuval Noah Harari) del que se saca una lección clara: “Nunca recurras a poderes que no puedas controlar”. Sin embargo, “la tendencia a crear artefactos poderosos con capacidades imprevistas no se inició con el invento de la máquina de vapor ni con la IA, sino con el de la religión” (Nexus, ED. DEBATE, páginas 12-13).

Al margen de que pueda o no estar de acuerdo con lo que afirma el autor en su libro, lo cierto es que invita a pensar, y de eso es exactamente de lo que trata este artículo.

Que vivimos en un mundo "enredado" es tan evidente que podemos tomarlo como un axioma, sin embargo, quiero que me entiendan bien; cuando hablo de un mundo enredado me refiero a una sociedad en la que la información forma una red tan tupida que nos tiene atrapados. Cada uno de nosotros somos nódulos de la misma, pero, incapaces de almacenar, procesar, dar respuestas y distribuir  la información que nos llega, por su volumen y rapidez. No obstante,  hay quienes poseen los medios para ello, y lo hacen, pervirtiendo en más ocasiones de las deseables esa  red informativa. Dice Yoval Noah, con la contundencia que le caracteriza que: "El nazismo y el estalinismo han sido dos de las redes más poderosas jamás creadas por el ser humano. Su éxito radicó en mantener y manipular al pueblo en la ignorancia en favor de las oligarquías dominantes". Así lo afirmó George Orwell: “La ignorancia es fuerza”, y yo apostillaría, “que no razón”, recordando a don Miguel de Unamuno.

La evolución intelectual del ser humano es inexorable, como parte de su propia evolución biológica y, como en ocasiones he afirmado, de nuestra capacidad de adaptación a estos nuevos tiempos depende en gran medida nuestra propia supervivencia. En estos días que nos alumbra, y al hilo de este proceso, que para algunos puede suponer un colapso, por el poder (que no sabiduría), o crisis existencial autoinfligida, por ese potencial de la IA que se nos puede escapar de las manos, de nuestro control y provocar una esclavización o aniquilación de la sociedad tal y como la conocemos.

Pero entiendo que como todo tiene un origen, este último pensamiento podríamos encajarlo, o ser consecuencia de un concepto que a primera vista pudiera parecernos muy novedoso, pero que dentro de otros ámbitos: académicos, comerciales, políticos, sociales, etc., lleva algunos años fraguándose: El Big Data.

Pero, ¿Qué es el big data? Desde un punto de vista estrictamente matemático es un conjunto muy voluminoso de datos, que formando un sistema intrincado está sometido a leyes puramente matemáticas dentro de  distintas disciplinas como son: la estadística, el álgebra lineal y la teoría de las probabilidades. Sin embargo, algo que aparentemente pudiera pasar por ser un mero problema matemático, muy difícil, esos sí, al referirse a conjuntos de datos extremadamente grandes y complejos, no pueden ser procesados eficientemente mediante las tradicionales herramientas de cálculo o gestión de datos en sus distintos ámbitos. Unos datos que se caracterizan por: su volumen (ingente cantidad de datos), velocidad (velocidad con la que se generan y procesan los datos), variedad (los distintos tipos de datos, alfabéticos, numéricos, alfanuméricos, binarios, etc.), veracidad (calidad y fiabilidad de los datos) y valor (utilidad como poder de penetración social significativa y que permite obtener beneficios). 

Esta poderosa herramienta está transformando la manera en que el mundo funciona. Su capacidad para procesar enormes cantidades de información trae múltiples beneficios, pero también plantea desafíos éticos y de privacidad. Su impacto continuará creciendo a medida que la tecnología avance, porque no sólo implica la recolección de información, sino su procesamiento para encontrar patrones de conductas, tendencias y tomar decisiones informadas, de ahí que sea prioritario y  fundamental desarrollar regulaciones adecuadas para su uso responsable.

El modo en el que el big data obtiene la información es más que conocido en la actualidad, aunque bien es verdad que la opacidad del mismo era más que notable hasta hace bastante poco. Hoy día esto no es un secreto para nadie: los datos los vamos dando continuamente nosotros a las grandes corporaciones que se dedican de manera más o menos diáfanas a gestionarlos. Cada vez que pulsamos una tecla en nuestro PC, en nuestro teléfono móvil, que tenemos activo el localizador GPS (o, ya tampoco), que estamos hablando solo o con alguien con o sin el móvil encima, oyendo música, …, estamos suministrando información y no digamos ya cuando aceptamos cookies, o damos nuestro consentimiento para que utilicen nuestros datos no sabemos muy bien a quién  ni para qué fines. Lo cierto es que, el relacionar aquí todos aquellos actos que ejecutamos casi siempre de forma mecánica, e incluso inconsciente, con los cuales vamos alimentando el Big Data, sería el cuento de nunca acabar. No obstante, está más que asumido, por la mayoría de usuarios, que las fuentes más comunes por las que suministramos información a estas plataformas son a través de:

Redes sociales y plataformas digitales: Facebook, Twitter (X), Instagram, YouTube, Tik Tok, etc., entre otras, generan una enorme cantidad de datos cada segundo.

Dispositivos inteligentes y sensores IoT: Los teléfonos móviles, cámaras de seguridad, relojes inteligentes, sensores industriales, etc., que transmiten datos constantemente.

Transacciones financieras y comercio electrónico: Bancos, tarjetas de crédito y tiendas online registran cada compra y comportamiento de los consumidores.

Registros médicos y gubernamentales: Información sobre salud, estadísticas poblacionales y seguridad pública.

Este espinoso tema, va indisolublemente ligado a la pregunta de si estamos en una sociedad en la que creemos que decidimos por sí mismo cuando no es totalmente cierto; y no lo es, porque se ha vuelto tan compleja, que para decidir qué hacer o cómo actuar, necesitamos estar en posesión de una gran cantidad de datos que, ni somos capaces de asimilar  ni mucho menos procesar. Cuando la información que nos llega es de tal magnitud y a tal velocidad que nos desborda, deja de ser información para convertirse en su antónima.

Se ha vuelto relativamente común - en situaciones cotidianas en las que antes dábamos respuestas simples e instantáneas-, afirmar que no podemos decidir por que nos faltan datos; y es porque partimos del supuesto de que disponiendo el big data de toda la información sobre nuestros gustos, nuestros sentimientos, inclinaciones, etc., actuamos, queramos o no, de forma predecible ante una hipotética situación.

"El big data representa un gran reto para el ser humano. Mientras los datos se mueven por las redes a la velocidad de la luz, el cerebro tiene una reducida capacidad para analizar datos, existiendo un claro desfase entre las capacidades requeridas y las proporcionadas por la naturaleza". (El dominio mental. Pedro Baños).

No podemos, ni debemos ocultar, que estamos inmerso en un sistema socialmente complejo en el que las distintas fuerzas que interactúan lo hacen de una forma no lineal, es decir, que un cambio en una mínima parte del sistema puede producir efectos no proporcionales a ese cambio. El big data es el paradigma de ello convirtiéndose así en ese elemento de distorsión, en esa fuerza omnipresente que moldea nuestra forma de interactuar con el mundo y, los primeros beneficiarios de mantener y desarrollar este estado de cosas son: los gobiernos y las grandes organizaciones de poder que sí pueden predecir comportamientos, personalizar experiencias y optimizar procesos. No obstante, esta capacidad para influir en nuestras decisiones cotidianas no están exentas tanto de implicaciones positivas como negativas. 

Entre los aspectos positivos de dejar en manos del big data la toma de decisiones podríamos señalar:

Individualialización y eficiencia: El Big Data permite ofrecer productos y servicios adaptados a nuestras necesidades y preferencias. Plataformas como Netflix, Spotify o Amazon utilizan algoritmos para recomendarnos películas, música o productos que probablemente nos interesen, ahorrándonos tiempo y mejorando nuestra experiencia de usuario.

Mejora en la toma de decisiones informadas: En sectores como la salud, el Big Data ha revolucionado la forma en que se diagnostican enfermedades y se diseñan tratamientos. Los médicos pueden acceder a historiales médicos completos y cruzar datos para identificar patrones que antes pasaban desapercibidos, lo que se traduce en diagnósticos más precisos y tratamientos más efectivos.

Optimización de recursos: En el ámbito empresarial, el análisis de datos permite identificar tendencias del mercado, optimizar la cadena de suministro y reducir costos. Esto no solo beneficia a las empresas, sino también a los consumidores, que pueden acceder a productos y servicios de mayor calidad a precios más competitivos.

Prevención y seguridad: En el ámbito de la seguridad, el Big Data se utiliza para predecir y prevenir delitos, analizar patrones de tráfico y mejorar la respuesta ante emergencias. Esto contribuye a crear entornos más seguros y eficientes.

Y entre los aspectos negativos del big data en la toma de decisiones, o peaje a pagar, destacaría:

Pérdida de privacidad: Uno de los mayores riesgos del big data es la erosión de la privacidad. Cada vez que utilizamos una aplicación, realizamos una búsqueda en internet o incluso caminamos por la calle con un teléfono inteligente, estamos generando datos que pueden ser recopilados y analizados. Esto plantea serias preocupaciones sobre quién tiene acceso a nuestra información y cómo se utiliza.

Manipulación y sesgos: Los algoritmos que procesan grandes volúmenes de datos no son neutrales. Pueden perpetuar sesgos existentes, ya que se basan en datos históricos que reflejan desigualdades y prejuicios. Esto puede llevar a decisiones discriminatorias en áreas como la contratación laboral, la concesión de créditos o incluso en la justicia penal.

Exceso de información o desinformación calculada: Aunque el big data puede ayudarnos a tomar decisiones más informadas, también puede generar una sobrecarga de información. La abundancia de datos puede dificultar la identificación de lo realmente relevante, lo que puede llevar a la parálisis por análisis o a decisiones basadas en datos incompletos o mal interpretados.

Excesiva dependencia tecnológica: El uso excesivo del big data puede generar una dependencia de la tecnología, limitando nuestra capacidad para tomar decisiones de forma autónoma. Esto puede afectar nuestra intuición y creatividad, ya que confiamos cada vez más en lo que los datos nos dicen, en lugar de en nuestro propio criterio.

Deshumanización de las decisiones: En algunos casos, el big data puede llevar a decisiones que priorizan la eficiencia y los resultados sobre aspectos humanos y éticos. Por ejemplo, en el ámbito laboral, los algoritmos pueden decidir despidos basados en métricas de productividad, sin considerar el impacto emocional o social en los trabajadores.

Probablemente se me habrán quedado muchas más cosas en el tintero, que tendrá que rellenar el lector y al que invito desde aquí a que me haga los comentarios pertinente. Realmente sería de agradecer.

Bien, es la hora resumir a modo de conclusiones todo lo aquí dicho:

El big data es una herramienta poderosa que tiene el potencial de transformar nuestras vidas para mejor, ofreciendo soluciones innovadoras y mejorando la eficiencia en múltiples ámbitos. Sin embargo, su uso también plantea desafíos significativos, especialmente en lo que respecta a la privacidad, la ética y la autonomía en la toma de decisiones.

Para aprovechar los beneficios del big data sin caer en sus trampas, es fundamental establecer marcos regulatorios robustos que protejan los derechos individuales, fomentar la transparencia en el uso de los algoritmos y promover una cultura crítica que nos permita cuestionar y complementar los datos con nuestro propio juicio. Solo así podremos asegurar que el big data sea una herramienta al servicio de la humanidad, y no al revés.

La privacidad máxima de una persona es lo que piensa, pero ahora ya empieza a ser posible descifrarlo. Rafael Yuste.

El cambio verdaderamente revolucionario deberá lograrse no en el mundo externo, sino en el interior de los seres humanos. Un mundo feliz. Aldous Huxley.


FUENTES CONSULTADAS:

Nexus. Yuval Noah Harari.

El dominio mental. La geopolítica de la mente. Pedro Baños. 

La conciencia contada por un sapiens a un neandertal. Juan José Millás y Juan Luis Arsuaga.

La Inteligencia artificial. J. -G. Ganascia. Círculo de lectores (DOMINÓS).

Imágenes generadas por IA.

Parte de los párrafos, así como las conclusiones han sido contrastados por IA.


Hasta luego y suerte.

Paco Gil Pacheco (@PacoGilBarbate)










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