Bibliotecas de la antigüedad. La huella indeleble.

 


Afirmaba Umberto Eco que “El libro pertenece a la misma categoría que la cuchara, el martillo, la rueda o las tijeras. Una vez inventados, no se puede hacer nada mejor”.

En un momento de la Historia de la Humanidad, el actual, en el que los malos augures presagian el colapso del conocimiento, por el auge de la IA, al alcanzarse la “singularidad tecnológica”, es decir, el punto en el que la Inteligencia Artificial superará  en todos los aspectos a la inteligencia humana, afortunadamente ahí tenemos aún, a las BIBLIOTECAS para desmentirlos .

Desde muy pequeño el libro me ha fascinado, hacia que me perdiera entre sus renglones como en un laberinto. Sigo manteniendo con él esa permanente y obsesiva relación de amor y odio que me hace ser “yo”, aunque no sepa muy bien quien soy. Desde siempre, un simple cuartucho con más o menos libros, ha sido mi lugar favorito donde perderme en el tiempo y en el espacio; no digamos una biblioteca, ese lugar, era el paraíso; y llegaba a sentir envidia - no sé si sana o no, prefiero obviar esto - por sus guardianes. Así que no me avergüenza decir que tengo un concepto de las bibliotecas muy “sui géneris”. Es el verdadero Olimpo, es el Edén y el Paraíso. Es el único lugar en el que los dioses y nosotros, pobres humanos, podemos tratarnos de tú a tú, sin complejos, sin dudas, sin ambages. 

Era un mico - como se dice en mi pueblo -, y ya imaginaba a las bibliotecas, como esos lugares en el que los  "homo sapiens sapiens" llevamos a cabo los más inconfesables actos revolucionarios.

Desde el momento en que el primer sumerio colocó la primera tablilla de barro, con caracteres cuneiformes, en un anaquel de la pequeña habitación que daba cobijo a su vida interior, fue consciente de que este simple gesto supondría la “Gran Revolución” en la breve historia del hombre en este querido planeta, la casa de todos.

Imaginaba a este vecino, todos en realidad somos vecinos, mirando esta tablilla como el que se mira al espejo y aprovecha la ocasión para derribar ese pequeño gran muro que se alza entre la realidad y lo que es. “Ser o no ser “, dijo Hamlet, príncipe de Dinamarca, en la tragedia del mismo nombre de William Shakespeare.

El tema que me trae no sólo es extenso, yo diría que inabarcable, para este simple trabajo; simplemente me asomaré al balcón del conocimiento universal,  aún sabiendo el riesgo que corro y no sólo por la posibilidad de precipitarme al vacío.

Intentaré, por tanto, centrarme en sólo cuatro bibliotecas, que fueron, son y serán “Bibliotecas emblemáticas” y  cada una, faro imperecedero del Conocimiento Universal. 

        * Biblioteca de Alejandría.

        * Biblioteca de Pérgamo.

        * Biblioteca de Éfeso.

        * Biblioteca de Babilonia.

Pero empecemos por el principio, como me sucede con más frecuencia de la deseada, me voy por los Cerros de Úbeda. Así pues voy a atenerme al concepto primigenio de biblioteca.

La palabra "biblioteca" proviene del griego "bibliothēkē", que significa "lugar de libros". En la antigüedad, las bibliotecas eran principalmente colecciones de textos escritos en templos o palacios, como la famosa Biblioteca de Alejandría, que buscaba conservar y difundir todos los conocimientos acumulados por la humanidad. Con el tiempo, en la Edad Media, las bibliotecas formaron parte de monasterios y universidades, sirviendo como centros de estudio y preservación del saber. En la era moderna, las bibliotecas se expandieron y diversificaron, incluyendo no sólo libros, sino también otros recursos como revistas, archivos digitales y, zonas de ocio de carácter lúdico y pedagógico y espacios para la comunidad en general. Hoy en día, las bibliotecas son más que depósitos de libros; son centros de acceso a la información, aprendizaje y cultura, adaptándose a las nuevas tecnologías y necesidades sociales. Esto sería en resumen la definición académica de biblioteca  que posiblemente daría la IA, o cualquier otro diccionario enciclopédico digital o físico; sin embargo, para mí, es mucho más.

El origen podemos situarlo en los inicios de los tiempos, cuando el ser humano tiene la necesidad de que guardar sus historias, sus vivencias, sus conocimientos o cuentos y no sólo con la idea de proyectarse en el tiempo, sino para que estas no se perdieran y otros humanos las conocieran. Podemos pensar que fue así como surge, más que la idea, la necesidad de crear una biblioteca, es decir, tener un lugar donde guardar y compartir todo lo que sabían, para que todos pudieran aprender y disfrutar de esas historias en cualquier momento. ¡Es como hacer un gran cofre que contiene el más hermoso de los tesoros “EL CONOCIMIENTO”.

En una época convulsa allá por el año 323 a.C., en la que no hacía falta saber leer, sino interpretar los renglones de las estrellas de la bóveda celeste para adivinar que se vivían momentos peligrosos, muere Alejandro Magno (deformación gramatical de un párrafo del libro “El infinito en un junco” de Irene Vallejo) dejando dos herederos frágiles: un hermanastro y un hijo no nacido aún. Esto trajo consigo el riego con sangre de todos los territorios conquistados y por tanto su desintegración. Después de años de feroces combates, venganzas y muchas vidas segadas, quedaron tres señores de la guerra que se repartieron el trozo de mundo conquistado. Uno de ellos, Ptolomeo, se quedó con Egipto donde pasaría el resto de sus días (“El infinito en un junco” ).

Reseña en su libro "El sueño de Sancho" el catedrático de Física Atómica, Molecular y Nuclear de la Universidad de Sevilla, Manuel Lozano Leyva, lo siguiente:

"El primer Ptolomeo, Sóter, fue el que tuvo la genial idea de dedicarle a las musas, las diosas del are y de las ciencias, un edificio importante donde alojar a los sabios: el Museo (aunque fue su hijo, el segundo de la dinastía ptolemaica, llamado Filadelfo, quien llevó a cabo el proyecto. 

A decir verdad, los de la mítica institución no fueron los reyes, sino un ministro de Sóter que, quizá, tuvo la idea y que, sin duda, la desarrollo. Se llamaba Demetrio Falero, era de Atenas y discípulo de Teofrasto. De vez en cuando hay que hacer honor a un político.

[...] El primer edificio anexo al impresionante Museo, que reinaba entre templos, mercados, baños, palacios, gimnasios y estadios, fue la Biblioteca".

Lógicamente no me voy a entretener mucho más en esta historia, sólo lo he hecho para situar el germen de la “BIBLIOTECA DE ALEJANDRÍA”, que se abrió al mundo, creando de esta manera un microcosmo que muy lejos de idealizar su origen, fue expandiendo  sus raíces nutriéndose de sangre, sudor y lágrimas. 

Fue aquí donde se se realizó la conocida versión griega de la Torá judía, conocida como “Biblia de los setenta”, se tradujeron textos iranios atribuidos a Zoroastro, traducciones de textos asirios de caligrafía cuneiforme. Aquí se conservaban textos de todos los lugares conocidos. Era especialmente singular la forma en que se obtenían la mayoría de los textos en pergaminos, pero me temo que este es forma parte de otro apasionante episodio y que por tanto haré mus por los lectores. 

La Biblioteca hizo realidad el sueño de Alejandro, su universalidad, su afán de conocimiento y su inusual deseo de fusión, por algo fue discípulo de Arristóteles, de casta le viene al galgo. 

Entre los personajes que iluminaron con luz propia a la Biblioteca, destacaré entre otros a:

Eratóstenes de Cirene: Fue un matemático, astrónomo y geógrafo que trabajó en la Biblioteca y es famoso por calcular la circunferencia de la Tierra con gran precisión.

Hiparco de Nicea: Astrónomo y matemático que también estuvo vinculado a la Biblioteca, conocido por sus estudios sobre los movimientos de los astros.

Aristarco de Samos: Otro astrónomo que realizó importantes contribuciones y estuvo asociado con el centro de conocimientos en Alejandría.

Cleópatra VII: La reina de Egipto, quien apoyó la Biblioteca y su proyecto de mantenerla como un centro de saber y cultura.

Y por supuesto no puedo olvidarme de Hipatia, inconmensurable y fascinante  figura histórica. Filósofa, matemática y astrónoma que vivió en Alejandría en el siglo IV y principios del V. Hipatia es conocida por ser una de las últimas grandes sabias de la antigüedad y por su profundo conocimiento en el ámbito de las ciencias y filosofía. En la Biblioteca, Hipatia tuvo un papel destacado como profesora y pensadora. Enseñaba matemáticas, astronomía y filosofía, y era muy respetada por su sabiduría y su capacidad como pedagoga. En la Biblioteca, que ya por entonces era un centro de reconocido prestigio, conocimiento y aprendizaje,  Hipatia fue una de sus figuras más emblemáticas, siendo reconocida por multitud de estudiosos  como la última científica pagana. Lamentablemente, su vida terminó (de manera trágica, debido al fanatismo religioso) en un momento difícil, en medio de conflictos religiosos y políticos en Alejandría. Su muerte simboliza también el fin de una era de gran esplendor en la historia de la Biblioteca y del conocimiento en general.

Creo que estaríamos en deuda con la historia de la Biblioteca en general y con la de Hipatia en particular, si no hiciéramos aunque fuese una somera mención a Teón, ilustre matemático y astrónomo cuya vida no sólo está ligada a Hipatia - era su padre -, sino a la Biblioteca, ya que fue el último director o conservador de la denominada segunda Biblioteca de Alejandría (edificio que estaba dentro del Museion).

La  destrucción de la Biblioteca, aún sigue siendo un ¿misterio?, aunque la hipótesis más generalizada y aceptada por prestigiosos investigadores, es que sufrió múltiples destrucciones parciales antes de desaparecer por completo y entre los sucesos que pudieron haber contribuido a ello, están: el incendio que tuvo lugar durante la conquista de Alejandría por  Julio César en el 48 a.C., la rebelión de Aureliano en el 270 d.C. y la posible destrucción final en el siglo IV d.C. debido a conflictos religiosos.

Pérgamo, antigua ciudad griega, situada en la actual Turquía, fue en la antigüedad uno de los centros culturales más importantes del periodo helenístico y cuna de la famosa Biblioteca que lleva su nombre. Fundada en el siglo III a.C., esta biblioteca rivalizaba incluso con la famosa Biblioteca de Alejandría. Nace con el propósito de recopilar, preservar y estudiar todo tipo de escritos, desde obras de ciencia y filosofía hasta historia y literatura. Junto a la Biblioteca de Alejandría se convirtió en un símbolo del saber y erudición de la época, adquiriendo, un papel preponderante como centro de aprendizaje y difusión del conocimiento del mundo antiguo. Un lugar donde muchos estudiosos y pensadores de distintos puntos de la geografía se reunían para intercambiar ideas y descubrir nuevos conocimientos.

Con el paso de los años, la Biblioteca de Pérgamo sufrió multitud de calamidades como incendios y conflictos bélicos que en principio empezaron por dañar sus colecciones y terminaron por provocar su definitiva extinción, allá por el siglo II d.C., perdiéndose gran parte de su legado,sin embargo, su historia y lo que representó sigue siendo un símbolo del valor del conocimiento y la cultura en la historia de la humanidad.

Personalidades de las  tenga constancia por su relación con esta biblioteca,son: Átalo I Sóter, fundador de la misma y gran coleccionista de arte y libros, su hijo, Eumenes II ( rey de Pérgamo) amplió el fondo bibliotecario, se cree que hasta los 200.000 volúmenes. Dionisio de Tracia, quien realizó avances importantes en la gramática griega y Galeno, médico y filósofo que nació en Pérgamo habiendo estudiado en la biblioteca y que contribuyó significativamente al desarrollo de la medicina y filosofía.

La Biblioteca de Éfeso, más conocida como Biblioteca de Celso, fue una de las bibliotecas más famosas del mundo antiguo y formó parte del complejo del Templo de Artemisa en Éfeso. Fundada por el rey Atalo I de Pérgamo en el siglo III a.C., nació con un marcado propósito, el de con la Biblioteca de Pérgamo y la Biblioteca de Alejandría. Esta biblioteca albergaba una gran colección de rollos y manuscritos, pero no sólo era un lugar para almacenar libros, sino que se convirtió en uno de los centros de referencia para el aprendizaje, expansión de la cultura y difusión religiosa.

Con el tiempo, la biblioteca sufrió daños por terremotos y otros sucesos de carácter más mundanos - guerras - , y eventualmente fue abandonada. El interior de la biblioteca y su contenido fueron destruidos en un incendio que resultó de un terremoto o una invasión gótica en el año 262 d. C., y la fachada por un terremoto en el siglo X o XI. Permaneció en ruinas durante siglos hasta que los arqueólogos reerigieron la fachada entre 1970 y 1978.

Sin embargo, su legado como uno de los centros culturales más importantes de la antigüedad perdura hasta hoy.

El paso de personalidades relevantes de la época por esta biblioteca no parece que esté muy claro, no al menos como con las de Alejandría y Pérgamo, no obstante hay autores que sitúan en la misma a Heráclito, famoso filósofo griego y Sorano de Éfeso.

La Biblioteca de Babilonia, es posiblemente la más antigua de las descritas aquí. sus albores podemos situarlos allá por el siglo VII a.C., bajo el reinado de Asurbanipal, convirtiéndose en un centro de recopilación, fundamentalmente, del conocimiento mesopotámico tallado en tablillas de arcilla (escritura cuneiforme) y rollos de papiros que recogían aspectos de carácter contable, administrativo, religioso, astronómicos y matemáticos. En su esplendor, llegó a poseer una cantidad ingente de tablillas y rollos de papiros. Cuando el Imperio Asirio cayó, gran parte de estas tablillas fueron destruidas o quedaron enterradas bajo el polvo de la guerra. Solo algunas sobrevivieron, permitiéndonos leer textos como la Epopeya de Gilgamesh, un reflejo de los mitos y valores de la época. Primera referencia histórica del Diluvio Universal, mucho antes de que se contara en la Biblia y más concretamente en el libro del Génesis, capítulos del 6 al 9.

Aunque referente cultural, esta biblioteca parece que no tuvo la repercusión histórica de las anteriores, de ahí que sea más complicado seguir el rastro de personajes asociados a ella de manera inequívoca, no obstante he encontrado algunas referencias, como es el caso del rey  de Babilonia, Nabucodonosor II, a quien se le atribuye la construcción de la biblioteca y la presencia del sacerdote y astrónomo babilónico Berossus, autor de una historia sobre Babilonia y sobre astronomía.

Este artículo, aunque haya nacido mutilado, lo estaría aún más si no hiciera referencia, aunque sólo sea muy sucintamente, a una hipotética biblioteca, la "Biblioteca de Babel", una metáfora de la búsqueda del conocimiento y el caos.  Es un cuento alegórico de Jorge Luis Borges que representa una biblioteca infinita y laberíntica que contiene todos los libros posibles de 410 páginas cada uno, -cada página tiene 40 renglones y cada renglón unas 80 letras -, con todas las combinaciones posibles de letras y símbolos. Esta biblioteca supone un universo de conocimiento y significado, pero también de caos y absurdo. Simboliza la búsqueda humana del conocimiento y la comprensión, pero también la imposibilidad de encontrar sentido en un universo aparentemente caótico e infinito. Los bibliotecarios en la continua búsqueda de un libro que contenga la verdad absoluta o la explicación del universo, se enfrentan a la frustración y desesperanza, por cuanto el contenido de la mayoría de los libros  son absurdos y sin sentido.  

La Biblioteca de Babel está llena de metáforas que, entiendo, se pueden sintetizar en tres: la infinitud del conocimiento, el caos y el absurdo como reflejo de la aleatoriedad del universo y la permanente e incansable búsqueda del sentido y la comprensión.




Ya para terminar, me vais a permitir una breve reflexión sobre la destrucción de las bibliotecas. Me recuerda la fragilidad del ser humano, del conocimiento y sobre todo me hace querer pensar que el mundo moderno ha aprendido de estos errores, y que ahora trabaja por preservar el saber de formas que no queden expuestos única y exclusivamente a soportes físicos, porque deberíamos preguntarnos: ¿Cuántos secretos de la antigüedad se han perdido y que jamás recuperaremos?

¿Qué lecciones que nos da la Historia sobre la destrucción de las bibliotecas? y la importancia de preservar el conocimiento y la cultura: la pérdida irreparable de conocimientos y textos valiosos que nunca podrán ser recuperados, la concienciación de  la importancia y necesidad de la preservación del conocimiento para el progreso y desarrollo de la humanidad, adoptar las medidas y poner los medios que sean necesarios para que cada vez las bibliotecas y centros del conocimiento sean menos vulnerables a la destrucción o saqueo y por último la destacar la importancia de la cooperación y colaboración entre individuos, instituciones nacionales e internacionales.

Lo que hace la literatura es lo mismo que una cerilla en medio de un campo en mitad de la noche. Una cerilla no ilumina apenas nada, pero nos permite ver cuánta oscuridad hay a su alrededor.

William FaulKner, citado por Javier María (La bibliotecaria de Auschwitz, de Antonio Iturbe).


FUENTES CONSULTADAS:
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Diccionario enciclopédico DURVAN. Tomo II.

El sueño de Sancho. Manuel Lozano Leyva.

Wikipedia.

He recurrido a la IA (Copilot y Geminis) para localizar a personajes que estuvieron relacionas con las bibliotecas descritas.

Todas la imágenes han sido generadas por IA (ChatGPT y Microsoft Designer).


Hasta luego y suerte.


Paco Gil Pacheco (PacoGilBarbate)






Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Leído tu artículo. Solo cabe un comentario. Magnífico trabajo. Gracias por su publicación.