DÉJAME QUE TE CUENTE UN CUENTO

UN POCO DE BUDISMO EN ESTOS DIAS TAN CONVULSOS
 

Este año ha sido un año atípico en lo personal en todos los sentidos. Posiblemente son muchas las circunstancias que han han hecho que haya tenido este blog ciertamente abandonado. No voy a buscar excusas,  cualquiera de ellas sonaría a eso, a excusa, y nada más lejos de la realidad. Sin embargo no podía, ni debía faltar a esta última cita, a esa en la que año tras año os he deseado lo mejor que la vida os pueda deparar en estos días y sobre todo desearos que seáis muy felices siempre. Realmente merece la pena. No sé quién dijo una vez que "algún día moriremos, pero no todos los días". Suerte y salud para todos.

Bueno, con tanta introducción se me olvidaba lo más importante, y que tengo para vosotros tres cuentos. No sé si nos aportarán algo, es más, no sé si son incluso acertados, pero es siempre  mi última intención el intentar que nos enseñen algo, y con ello ser cada día un poco mejores, o por lo menos intentarlo. Ahí los lleváis

El perdón de Buda

Buda tenía un primo perverso, se llamaba Devadatta, siempre estaba celoso y se empeñaba en desacreditarlo.

un día, mientras Buda paseaba tranquilamente, Devadatta arrojó a su paso una pesada roca con la intención de acabar con su vida. Sin embargo, la roca cayó al lado de Buda y no le hizo daño.

Buda se dio cuenta de lo sucedido pero permaneció impasible, sin perder la sonrisa. Días después, volvió a cruzarse con Devadatta y lo saludó afectuosamente. Muy sorprendido, este le preguntó:

– ¿No estás enfadado?

– No, claro que no.

Sin salir de su asombro, Devadatta le preguntó el por qué.

Buda le dijo:

– Porque ni tú eres ya el que arrojó la roca, ni yo soy ya el que estaba allí cuando fue arrojada.

Moraleja: Para el que sabe ver, todo es transitorio; para el que sabe amar, todo es perdonable. No es sano ni inteligente quedarse atados al odio y el rencor porque estos sentimientos solo nos hacen daño. Es importante ser conscientes de que la vida está en continuo cambio y que necesitamos dejar las malas experiencias en el pasado. Solo a través del perdón logramos liberar nuestro resentimiento y continuar adelante.

Un criado y un amo con mal genio

Un criado estaba expuesto todos los días al carácter irascible de su amo. Un día, el señor volvió a casa de muy mal humor, se sentó a comer y al hallar la sopa fría, montó en cólera y arrojó el plato por la ventana.

El criado, a su vez, arrojó la carne, el pan, el vino y, por último, el mantel y los cubiertos. El amo montó en cólera:

– ¿Qué haces, insensato?

– Perdone señor – respondió con seriedad el criado. – Creía que hoy deseaba comer en el patio. ¡Todo es tan apacible y el cielo es tan sereno!

El amo reconoció su falta, se disculpó y le agradeció interiormente al criado por la lección que acababa de darle.

Moraleja: A lo largo de la vida, cualquiera nos puede hacer daño. No podemos hacer nada al respecto. Pero podemos decidir por quienes sufrir. No son las acciones en sí las que causan sufrimiento sino el significado y la importancia que les otorgamos. Si respondemos a la violencia con violencia, esta crecerá. Si respondemos a la violencia con tranquilidad, esta se aplacará.

 El halcón que no podía volar

Un rey recibió como obsequio dos pichones de halcón y los entregó al maestro de cetrería para que los entrenara.

Pasados unos meses, el instructor le comunicó al rey que uno de los halcones estaba educado pero que no sabía qué le sucedía al otro. Desde que había llegado al Palacio, no se había movido de la rama, hasta tal punto que había que llevarle el alimento.

El rey mandó llamar a curanderos y sanadores pero nadie pudo hacer volar al ave. Entonces hizo público un edicto entre sus súbditos y, a la mañana siguiente, vio al halcón volando en sus jardines.

– Traedme al autor de este milagro – pidió.

Ante el rey apareció un campesino. El rey le preguntó:

– ¿Cómo lograste que el halcón volara? ¿Acaso eres un mago?

– No fue difícil – explicó el hombre. – Tan solo corté la rama. Entonces el pájaro se dio cuenta de que tenía alas y echó a volar.

Moraleja: A veces, es necesario quedarse en la rama para recuperar fuerzas pero si nos quedamos en la zona de confort durante mucho tiempo, jamás sabremos cuán lejos habríamos sido capaces de llegar. Por eso, en ocasiones necesitamos que alguien nos corte la rama o tener el valor de cortar la rama a los demás. Asegúrate de no ser tú quien dificultes el vuelo a otra persona o de que otra persona no te impida volar.

Cuentos extraídos de la página. Rincón de la Psicología. Blog de Psicología.

La vida es la suma de todas tus decisiones. Albert Camus

Hasta luego

Paco Gil Pacheco (@PacoGilBarbate)







Comentarios

Rosa ha dicho que…
Preciosos cuentos llenos de sabiduría ,no los había leído y estoy de acuerdo el odio el rencor envenenan el alma ,gracias por compartir tus conocimientos y espero que sean más a menudo.
Anónimo ha dicho que…
Magníficas enseñanzas.Gracias por compartirlas.
Ya estaba echando en falta alguna de tus publicaciones.