Nunca hemos entendido en este puñetero país, por los motivos que sean, que el idioma de la cultura es siempre el mejor código de entendimiento no sólo entre los pueblos, sino entre los miembros de una misma comunidad. Digo que nunca hemos entendido y probablemente me haya expresado mal, porque no ha sido el pueblo llano quienes han cometido tamaña felonía, sino sus dirigentes a lo largo de la Historia; las causas han sido y son más que conocidas.
Esta piel de toro, hasta hace nada feudal y absolutista, aún sigue manteniendo ese cordón umbilical que le mantiene unido a una monarquía, a un clero y a una aristocracia de lo más rancia, aunque eso sí, hoy representada en parte por los lobbys más intolerantes, neoliberales y antisociales. El nacimiento de una nueva "casta", hasta hace nada, se veía como una aberración social, como una carga de profundidad en la línea de flotación de las arcaicas estructuras del sistema sobre las que siempre se han sustentado nuestra clase dominante. Y, ¿Cómo mantener este estado de cosas? Pues, muy sencillo, atando en corto a la educación. El pueblo no debe tener acceso a los conocimientos. Esta ha sido y es la mejor forma de mantener el status quo.
Nuestros gobernantes no han sabido digerir el resurgir de esa nueva generación que se empezó a fraguar allá por los siglos XVII y XVIII; una nueva savia de hombres y mujeres que aglutinaban todos aquellos valores que no representaban los privilegios de los de siempre. Algo que había marcado un nuevo rumbo en el devenir de las políticas europeas, aquí paso de soslayo, como dicen en mi pueblo de refilón, con más pena que gloria. Nuestros monarcas, aristócratas y otras raleas del poder - de los que no quisiera acordarme- se mantuvieron a lo de siempre; a cultivar el arte de la vagancia, del parasitismo y del despilfarro propio a costa del sudor y la sangre ajeno.
Fue esa casta de reyes, clero, aristócratas y otros nobles embrutecidos por el continuo ejercicio de no hacer nada – su deporte favorito-, y sin más luces que las antorchas que los alumbraban, originó una clase política igual de inútil y parásita que aseguraban su supervivencia. Una clase política oscura, incapaz de renunciar a esos privilegios que desde tiempos inmemoriales adquirieron por la gracia de Dios y de algún que otro fantoche.
Sirva esta declaración de intenciones como preámbulo a la breve exposición que sobre la educación pretendo desarrollar a partir de aquí.
Empezaré por hacer una simple pregunta: ¿Qué país medianamente en sus cabales promulga ocho leyes educativas en 42 años de democracia? Sí, ocho leyes hasta el día de hoy, porque actualmente hay una nueva, que está pero no está: la LOMLOE. Respondiendo a la pregunta yo diría que un país desquiciado, un país permanentemente manipulado por unos y otros: ESPAÑA.
A la sazón las ocho leyes son:
1985 la LODE (Ley Orgánica 8/1985, de 3 de julio, reguladora del Derecho a la Educación)
1990 la LOGSE (Ley Orgánica 1/1990, de 3 de octubre, de Ordenación General del Sistema Educativo)
2002 La LOCE (Ley Orgánica, 10/2002, de 23 de diciembre, de Calidad de la Educación)
2006 La LOE (Ley Orgánica, 2/2006 de 3 de mayo de Educación)
2013 La LOMCE (Ley Orgánica, 8/2013, de 9 de diciembre, parala mejora de la calidad educativa)
También conocida por Ley Wert . Paradigma de cómo mejorar la educación, cargándose la Filosofía, ya que de esa manera poníamos en la palestra nuevamente los dogmas de fe como contrapartida al libre pensamiento. Aquí nos cargamos en el siglo XVIII la Ilustración antes de que se asomara ni tan siquiera por los Pirineos, así que de qué nos extrañamos, esta ley corroboraba nuestro más que nefasto papel en la educación de los países desarrollados en nuestro europeo
2020 La LOMLOE o Ley Isabel Celaá (Ley Orgánica de modificación de la LOE)
Muy avanzada ya su redacción final a fecha de hoy, supongo que a falta de acuerdos políticos y de su tramitación parlamentaria. De momento una incógnita que pronto despejaremos.
En el momento actual, el último informe de la OCDE refleja que el sistema educativo español NO CORRIGE las desigualdades y que los estudiantes no son muy productivos.
Quiero dejar claro que no es tarea de este artículo trazar una cronología rigurosamente histórica del desarrollo de la educación en España, pero sí dibujar un breve esbozo de los avatares por los que a grandes pasos ha transitado nuestra educación reglada. Sirva a modo de ejemplo este breve resumen, que a salto de mata voy a hacer.
Desde aquella España del 10 de febrero de 1623 en la que el rey Felipe IV ordenó el cierre de todas las escuelas de GRAMATICA en TODOS LOS PUEBLOS DE ESPAÑA, hasta nuestros días. El tiempo ha transcurrido con una lentitud pasmosa en lo que se refiere al desarrollo en general de nuestro país y de la educación en particular. Como siempre la decisión real se debió a dos motivos: el económico -cómo no- y al no menos importante de mantener al pueblo en la más absoluta ignorancia. Obedecía a ese lema tan extendido de que "cuanto más pobre e ignorante sea el pobre, más listo y más rico será el rico"
Un nuevo salto en el tiempo y nos encontrarnos con el primer Borbón, Felipe V. Un rey del que la mayor parte de sus vecinos madrileños se habían hartado muy pronto, y que, al decir de muchos, cada vez estaba peor de la cabeza. Con este rey hubo un atisbo de luz, pero nada, sólo fue eso, una rendija que sin embargo despertó cierto optimismo en los ciudadanos y sectores progresistas. Por primera vez parece que había cierta preocupación por la educación y se legisló tímidamente; de manera que aunque la enseñanza primaria quedó en manos de las órdenes religiosas, la educación universitaria fue reformada con la creación de nuevas instituciones llamadas: "Colegios Mayores", administrados -tímidamente por el Estado- y por primera vez, con un sistema novísimo de previsión de becas. Pero bueno, como ya he dicho, esto sólo fue flor de una primavera y duró lo que duró. Nada. Se quedó en buenas intenciones y nada más.
Damos un nuevo salto en el tiempo, España hizo un guiño a la modernidad educativa con una ley impulsada en 1857 por Claudio Moyano (ministro militante del partido moderado durante el reinado de Isabel II, probablemente la primera Ley de Instrucción Pública y que fue conocida por Ley Moyano.
No nos engañemos, la Ley Moyano era una Ley hija de su tiempo y, por tanto consagraba una concepción elitista de la educación superior y otorgaba a la Iglesia un gran control sobre los contenidos educativos, lógico por otra parte al estar España maniatada por el Concordato vigente en aquellas fechas (Concordato de 1851). Sin embargo supuso un avance porque establecía, por primera vez, la obligatoriedad de la enseñanza para todos los niños y niñas –novedad escandalosa para los partidos más conservadores- menores de nueve años.
Bien es verdad que los programas educativos diferían unos de otro. Así por ejemplo, si a los niños en la educación superior se les impartían asignaturas como Agricultura, Geometría o Física, a ellas se les impartían otras, bajo el nombre de Labores propias del sexo: Costura, Elementos de dibujo, Labores e Higiene Doméstica.
No sé si por esto u otros avatares políticos, Moyano dimitiría del Consejo de Ministro a las pocas semanas de la promulgación de esta ley. Todo apunta a que realmente tuvo mucho que ver las presiones que sufrió dentro y fuera del Gobierno. De cualquier manera esta primera Ley de Instrucción Pública estuvo vigente prácticamente, sin apenas modificaciones hasta 1970, cuando se promulga la Ley General de educación. Es decir una LEY EDUCATIVA que duró prácticamente 113 años, una barbaridad.
Fue una ley extraordinaria -vista con ojos del siglo XIX y para la España de esa época-. Fue la primera vez que se obligaba a los niños y niñas menores de 9 años a que fueran a la escuela. Y sobre todo el que fueran las niñas supuso una gran revolución en muchos sectores sociales. Como siempre había preguntas que los grupos sociales más retrógrado lanzaban: ¿Qué estudiaran las niñas? ¿Para qué? Cuidado…, nos referimos a las niñas pobres, porque las ricas eran otra cosa. No obstante y para ajustarnos más a la realidad histórica de nuestro país, no sería justo si no reconociera que esta ley no fue la primera que obligaba a las niñas pobres a estudiar, ya antes lo había hecho José I Bonaparte, sí, ese rey francés que tuvimos, hermano de Napoleón; pero claro, recordar esto aún hoy resulta políticamente incorrecto – aborrezco profundamente este término, pero no se me ocurre otro-, o ¿no? Pepe Botella, como cariñosamente aquí lo conocemos, fue el creador de los liceos, ateneos, quitó la educación de las manos de la Iglesia y puso a las niñas a estudiar. También fue el primero que decidió que a los maestros había que formarlos, creando instituciones para tal fin. ¿Cómo nos hubiera ido con este rey ilustrado? Pues, nunca lo sabremos; posiblemente perdimos una gran oportunidad de modernizarnos, otro tren que perdimos porque preferimos el: “Vivan las caenas” a la libertad. Paradójico, ¿ no?
La Ley Moyano estableció los cimientos en el avance de la educación, aún siendo la Iglesia quien controlaba los contenidos educativos porque así lo obligaba el ya mencionado Concordato. Con el tiempo nos hemos dado cuenta, no nos engañemos, que los Concordatos han sido como un grano en el culo en nuestra sociedad en general y de la educación en particular.
En realidad, la influencia de los Concordatos no deja de ser una injerencia de un estado teocrático en los asuntos de un estado democrático. Esto sólo es entendible, a decir de los expertos en derecho internacional, desde un punto de vista puramente económico. La educación para la Iglesia siempre ha sido un asunto puramente de negocio.
En el Concordato vigente durante la ley Moyano (Concordato de 1851) y en él se reconocía el derecho de la Iglesia a vigilar la enseñanza en España, no sólo en los colegios religiosos sino en las escuelas públicas. La Iglesia exigió vigilar la pureza ideológica de los estudios. Y se le concedió. Lo que “aparentemente” no se les concedió fue la exigencia de la Iglesia de controlar el nombramiento de maestros y profesores y aprobar los libros de textos.
La ley Moyano tuvo muy poco recorrido porque se estrellaba continuamente con ese muro religioso, sin embargo puso los cimientos para un comienzo esperanzador. Bien es verdad que no se consiguió que la educación fuera gratuita para todos y mucho menos igualitaria para niños y niñas. El Concordato vigente en la época de Moyano, como todos los que hemos suscritos con la Iglesia ha sido y es, una de las principales causas por las que no hemos conseguido una verdadera democratización, y modernización de la enseñanza en este país. Aún así, y con todas sus limitaciones, esta ley se nos antoja aún hoy día que, aunque sólo fuese un primer paso en la modernización de la educación en nuestro país, fue un paso necesario aunque lógicamente no suficiente en el desarrollo de la Educación Primaria. No puede caer en el olvido por otra parte que, en Madrid existe un monumento dedicado a Claudio Moyano (creo que está en la cuesta de su nombre actualmente), sufragado íntegramente por maestros de la enseñanza pública.
Por cierto, para terminar me gustaría hacer un breve comentario sobre lo que verdaderamente significa “libertad de cátedra”, porque los concordatos han tergiversado el concepto de este término al obstaculizar sistemáticamente la libertad de enseñanza:
“La libertad de cátedra es el derecho que tienen estudiantes y profesores de investigar, aprender, enseñar y divulgar el pensamiento, el arte y el conocimiento, sin presiones del poder político, económico o eclesiástico”. Lógicamente, esto no gusta a determinados sectores sociales, claro está.
Como siempre, dejo al lector la última palabra, la última reflexión. Al final siempre prevalecerá, la verdad individual, nuestra verdad.
Espero os haya gustado.
Bibliografía:
Podcast: de Nieves Concostrina. "Cualquier tiempo pasado fue anterior" Acontece que no es poco: La Ley Moyano (12142).
BOE en su versión digital.
Madrid. La Novela. Antonio Gómez Rufo
Wikipedia
Otros artículos relacionados:
No soy un verso suelto. Soy de la pública.
Un maestro. Última victima de la Inquisición.
¿Es la escuela demasiado absorbente con la vida del niño?
La educación no cambia el mundo; cambia a las personas que van a cambiar el mundo. Paulo Freire.
Hasta luego.
Paco Gil Pacheco (@PacoGilBarbate)
Comentarios
Gracias por compartir tema tan interesante y someterlo a debate. Saludos.