LA REBELIÓN DE LOS GATOS


ASÍ NO SE PUEDE VIVIR, PERO ASÍ SE VIVÍA Y ASÍ SE VIVE
El lector de Julio Verne. Almudena Grandes

¿Quién no ha visitado Madrid aunque sólo sea por unas horas? Quien lo haya hecho se habrá sentido subyugado por las bondades de esos efluvios que sólo esta ciudad es capaz de dejar escapar y hacer que penetre por cada uno de los poros de nuestra piel. ¡Madrid capital del mundo! Dice el autor de Madrid. La Novela que "Madrid nunca fue de nadie. de ahí su grandeza y sencillez, su orgullo y su humildad, su paciencia y su carácter revolucionario y de resistencia ante cualquier imposición [...]. Siendo cosmopolita, abierta y acogedora, también fue altiva [...].
[...] la ciudad siempre estuvo dispuesta y abierta a acoger a quienes lo desearan, de tal modo que pocos eran los naturales de ella, menos aún quienes tenían padres madrileños y escasísimos los que podían presumir de que sus abuelos había nacido entre sus murallas. A nadie le importaba de dónde llegaba un forastero, sino en todo caso si deseaba quedarse. Por ello consideramos tan madrileño a quienes están como a los que desde siempre estuvo".
Por todo ello, yo me considero un gato más.
Se decía allá por los siglos XVII y XVIII que en Madrid o eres noble a le sirves a uno. Pues bien yo, ni lo uno ni lo otro, me muevo ahí, dentro de ese círculo que forman las personas anónimas que ni pretenden servir ni por supuesto servirse. Me debo a mí mismo y sobrevivo como buenamente puedo, que ya es complicado en estos momentos.
Pero aquí me trae otra cosa, contaros una historia que desde hace siglo corre de boca en boca por los mentideros de la Villa y Corte con distintos tipos de suerte.
Aunque parezca increíble, el día 28 de abril de 1699 en Madrid se produjo un motín social, probablemente si no de los primeros, por lo menos el de mayor repercusión política y social hasta la fecha. Quizás  muchos de los lectores tengan noticias de este hecho por primera vez; pero así fue, como os cuento. Lo más parecido a una revolución que hemos vivido los españoles se produjo el día señalado. Se le conoció como El Motín de los Gatos o motín de Oropesa.
Y… ¿por qué surge? Pues por el mismo motivo que se han producido y se siguen produciendo los levantamientos sociales: “Por las injusticias que comenten gobernantes incompetentes, dictatoriales y corruptos, contra un pueblo sometido, contra los más necesitados. Para sintetizar: por hambre”. El pueblo de Madrid tenía hambre y el resto de España aún más. 
El madrileño siente ese dolor físico que le impide dormir por tener el estómago vacío, pero aún preocupándole esto, peor era ver a sus hijos llorar por un mendrugo de pan.
El madrileño, por naturaleza sereno, y noble no puede más y se revela con una fuerza bestial e inusitada contra la carestía de los alimentos básicos, sobre todo del pan. Fue este un año, a decir de los más viejos del lugar, nefasto agrícolamente, por lo que el trigo era más caro y las reservas del año anterior prácticamente estaban agotadas.
Como todas las grandes revoluciones, ésta  se fue cociendo a fuego lento hasta que en el día de la fecha llega a su punto de ebullición por una respuesta, más que inconveniente, del corregidor (alcalde) de la villa, a una señora que le increpa en la calle pidiéndole soluciones a los problemas de la inmensa mayoría de los madrileños que trabajaba en condiciones de esclavitud.
Tenemos que situarnos históricamente. Aún había quienes ufanos pregonaban nuestro carácter Imperial en el mundo y de ello presumían. Pobres necios. Desconocían la podredumbre de un Estado totalmente en descomposición, podrido y corrupto. Como ahora, que aún vivimos en el limbo histórico que una clase social ha fabricado a su medida y beneficio propio, con el único objeto de perpetuarse en el poder ¡Y vaya si lo han conseguido¡
Pues bien, una vez situado en el marco histórico de finales del siglo XVII y principios del XVIII, es importante no perder de vista quienes gobernaban España y cómo lo hacían. Éramos un país,  que nos guste o no, no habíamos salido aún del feudalismo, mientras que otros países preparaban sus grandes revoluciones que les llevarían a liderar el mundo en todas sus facetas. Desde Madrid se ejercía este poder omnímodo y omnipotente basado en el carácter divino de la monarquía. Así que el caldo de cultivo estaba servido. Los disturbios no se hicieron esperar y la Plaza Mayor fue testigo y cómplice mudo de ellos. Desde aquí la muchedumbre enfervorecida y descontrolada se dirigió hacia el Alcázar -residencia oficial de los reyes, justo en el lugar en el que hoy se erige el Palacio Real – a los gritos de: ¡Pan! ¡Queremos Pan! ¡Viva el Rey! ¡Muera el Gobierno!
Una vez hubieron llegado a la residencia real, fue el conde de Benavente quien los recibió, a la entrada del palacio, con el objeto de recabar información sobre  los motivos de esta incívica actitud. El conde, haciendo gala de su habitual diplomacia, convence a quienes encabezan el motín de que su ira no debía dirigirse contra el monarca, sino contra el gobierno, único responsable de la carestía de los alimentos.
De esta manera el enfervorecido gentío abandona la residencia real para dirigirse a la residencia del valido, Conde de Oropesa, residencia que intentaron tomar al asalto con el siniestro recuento de varios muertos y bastantes heridos. 

El Motín de los Gatos, fue una dolorosa realidad, imparable y lamentable, porque lamentable es cualquier situación en la que se producen pérdidas humanas y porque lamentable que para exigir el más elemental  de los derechos básicos y universales del hombre, como es el derecho inalienable a no morir de hambre, se tenga que recurrir a la violencia. 
Tras estos hechos el monarca Carlos II – el Hechizado – tomó dos medidas, que como siempre no dejan de ser las más fáciles y menos comprometedoras: Una, destituir al Conde de Oropesa y la otra destituir al corregidor – alcalde – de la Villa. Con ello se apaciguaron los ánimos de los amotinados que regresaron a sus casas con más hambre que ayer, menos que mañana pero eso sí con la mueca del que se sabe vencedor.

Pobres ilusos, ya que fue lo único que consiguieron. Todo siguió igual. Así somos los españoles. Ya decía Juan Eslava Galán en su “Historia de España para escépticos” que: “La historia de España es un sendero tortuoso, lleno de baches y lagunas cenagosas, por el que avanzamos a tumbos en una tenebrosa noche de invierno” al mismo tiempo que: […]  una de las miserias determinantes de nuestra historia es que el errático y a menudo patético rumbo de España ha sido determinado por gobernantes incompetentes y tarados”.
Felipe III, Felipe IV y Carlos II junto a sus respectivos validos, Duque de Lerma – el gran especulador y precursor de la burbuja inmobiliaria y de la que la familia Aznar tanto aprendió, merece un capítulo aparte y en ello estamos – Conde Duque de Olivares, otro que tal baila y el más que aprovechado y nefasto Conde de Oropesa. ¡Vaya personajes! Ni  Charles Dickens hubiese mejorado en sus cuentos la vida y obra de estos ínclitos personajes.Bisagras entre las Casa de Austria y la de los Borbones. Vaya panorama ¿no? ¡Como para que nos haya ido bien! Es milagroso que, como pueblo, aún sigamos existiendo como decía aquél.
Termino con una breve reflexión: Entiendo que ha sido proverbial la reticencia del pueblo español a las revoluciones, aunque es verdad que en nuestro haber debemos anotar otras dos de resultados bien distintos y de naturalezas dispar: Una, la nefasta Contrarreforma  que tanto daño hizo al mundo por defender aún no se qué y nos sumió aún más en la ruina social, política, económica , intelectual y humana y otra, el escarceo que supuso el motín de Esquilache, como siempre los españoles dando la nota en lo nimio, en contra de la modernización que suponía el suprimir ciertas prendas de vestir. Así que podríamos decir que "somos un pueblo cuyo mayor acto de rebeldía y heroicidad es la de revelarnos ante un pincho de tortilla" y es por ello por lo que creo que la Rebelión de los Gatos, marca un hito en la Historia de España. Fue uno de esos actos, desconocido para muchos, de los que deberíamos sentirnos orgullosos, poco estudiado y difundido, es verdad, pero al fin y al cabo el germen de un rayo de sol en medio de estas tinieblas políticas en la que nos movemos más a tientas que con paso seguro.
Como antaño, aquí pocas cosas han cambiado, siguen mandando los mismos por derecho divino. Todavía son muchos que piensan que quienes nos deben gobernar son aquellos que desde siempre recibieron ese gen divino que se transmite de generación en generación y están predestinados a ello ineludiblemente, los hijos de la Contrarreforma.
Afortunadamente también, aunque pocos, hay quienes pensamos que tras el movimiento 15M ya nada es igual.


[…]. Observó que la sociedad mantiene irremisiblemente fuera de ella a dos clases de hombres, a los que la atacan y a los que la guardan.
Los Miserables. Victor Hugo
Hasta luego
Paco Gil (@PacoGilBarbate)



Bibliografía consultada:


MADRID. La novela. Antonio Gómez Rufo
La Historia de España contada para escépticos. Juan Eslava Galán 
Wikipedia.

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Comentarios

Francisco Nadales ha dicho que…
Amigo Paco: El tema aunque ocurrido en el año 1699, podría ocurrir actualmente. Las circunstancias que han cambiado y mucho son las culturales. Hoy, la sociedad, es capaz de oponerse al fanatismo de esa época en que todos estaban convencidos de que, y esto, te sonará de tiempos más cercanos"Que el poder, se recibía y ejercía por la gracia de Dios".Claro ante esta disyuntiva todo resuelto, quien iba a pedir cuentas a Dios. Si además, todo ello estaba bendecido por sus representantes en la tierra (clero),todo resuelto.
Ciertamente,es un milagro la supervivencia de España después de tantos años en manos de tarados.
Lentamente, las cosas cambian, como sabes de forma casi inapreciable para una generación,pero estamos cambiando.La cultura.El conocimiento, harán el cambio.
El caso de Duque de Lerma con sus cambios de la corte facilitando la especulación del suelo en esa época. Merece ciertamente un capítulo para él solito.
Saludos.